El gobierno de la cocaína

AutorAyda Levy

El 17 de julio de 1980, al amanecer, desperté en la alcoba de mi casa de Santa Cruz sobresaltada por el ruido del motor de un helicóptero y disparos de armas de fuego que se escuchaban a la distancia. En ese momento escuché que un radio de transistores transmitía las notas musicales de la marcha Talacocha, signo inequívoco de que el país había despertado con un nuevo golpe de Estado en nuestra corta historia republicana. La revolución había estallado esa madrugada con el levantamiento en armas de la guarnición acantonada en la ciudad de Trinidad, capital del departamento del Beni. Enseguida me di cuenta de que la iniciativa del general García Meza y del coronel Arce Gómez, con la intermediación y apoyo logístico de Altmann y la ayuda económica de Roberto y otros empresarios crúcenos, se estaba llevando a cabo tal cual había sido planificada durante los últimos siete meses. Iban a impedir a toda costa la toma de posesión de Siles Zua-zo, programada para el siguiente 6 de agosto de 1980. El líder de la UPD había ganado la elección presidencial en las urnas junto a su compañero de fórmula Jaime Paz Zamora, líder del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR), quien salvó su vida de milagro al ser el único sobreviviente de un extraño accidente aéreo en el cual sufrió graves quemaduras un mes antes de los comicios, realizados a finales de junio.

A medida que pasaban las primeras horas de la mañana, el apoyo al golpe se fue generalizando, aunque todavía se libraban sangrientos combates en el resto de las ciudades del territorio nacional. En especial en La Paz, desde donde se informaba que el ejército tenía acorralados en el edificio de la COB a los dirigentes de los partidos de izquierda y los líderes del Partido Socialista. Otro boletín de prensa decía que la señora Lidia Gueiler Tejada, presidenta constitucional interina de la República, había recibido un ultimátum de parte de los golpistas para entregar de inmediato el mando de la nación a su primo, el comandante del ejército, general Luis García Meza Tejada. Antes del mediodía se confirmó el éxito del golpe. Una junta militar tomó juramento y dio posesión a García Meza como presidente.

El régimen que instauró el gobierno defacto fue de terror. Las noticias acerca de la desaparición de Marcelo Quiroga Santa Cruz y la persecución, encarcelamiento y tortura de centenares de dirigentes políticos de izquierda eran de nunca acabar. El coronel Luis Arce Gómez, ministro del Interior de la nueva dictadura, dijo en su célebre y macabro discurso de posesión que los opositores a su gobierno y los comunistas "deben andar con el testamento bajo el brazo". Sus palabras hicieron temblar todos los estamentos de la sociedad boliviana. Fue el inicio de la "era del miedo".

Para alejarme de la incómoda situación en que de manera incomprensible nos había colocado Roberto al aceptar colaborar con la ñamante narcodictadura, decidí acompañar a mi hija a las Filipinas. Heidy fue elegida Miss Bolivia para representar al país en el concurso Miss Young International, que debía llevarse a cabo en Manila el 17 de agosto de ese año y...

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