Gilberto González, de la calle a la creación de ensueños

AutorRosario Manzanos

Para muchos era un simple mimo más, de esos que abundan en todos los lugares turísticos. Pero la calle para él fue escuela, laboratorio y fuente de investigación para las puestas en escena que ha hecho y que le han significado ganar en dos ocasiones el Premio INBA-UAM, una como coreógrafo y otra como intérprete.

Y hoy Gilberto González forma parte de la reserva artística del connotado Cirque du Soleil de Montreal, además de haber sido personaje clave de su espectáculo Saltimbanco.

No me considero coreógrafo -dice a Proceso-, soy un artista escénico. Ser coreógrafo es algo muy ambicioso y difícil. Si participé en los concursos de coreografía fue más por investigar en un foro mis ideas, quería ver mis cosas en un escenario con todos los elementos precisos. Y aunque no tenía pretensiones no niego que me gusta crear universos de ensoñación.

Espigado, ahora en sus 40 años, González es poseedor de una formación ecléctica y poco común. Primero estudió literatura dramática en laUNAM, hasta que empezó a sentirse inconforme con lo que hacía. Y saltó a la danza:

"Me acerqué a la danza también en la UNAM y me di cuenta de que era arrítmico, disléxico, bueno, me ponían de último en las diagonales. Fui a escuelas privadas y me corrían de los estudios. Muchos maestros me regañaban y decían que jamás fuera a decir que había tomado clases con ellos."

Tenaz, se iba hacia el conjunto Cultural Ollin Yoliztli, donde se encerraba en los salones de la escuela de danza y trabajaba sobre lo que quería crear. Lo que mejor bailó siempre fue break dance y, paradójicamente, lo único en lo que jamás incursionó fue en la pantomima.

Autor de más de una docena de montajes, tuvo su verdadero aprendizaje con la coreógra-fa Leticia Alvarado, de laque, dice, "logró despertarme hacia el movimiento y la música".

Pero lo fuerte de su trabajo nació de la investigación autodidacta impuesta en la calle misma.

Al aire libre

Durante años Gilberto González se dedicó a presentarse en la plaza principal de Coyoacán:

"Siempre me interesó la estética de calle. Un trabajo muy difícil y muy pleno. Me gustaba mucho saber que los cuidadores ya me identificaban, me permitían caracterizarme y dejar mis cosas en algún rinconcito. Me veían maquillarme, vestirme todo de blanco y jamás me hicieron un mal modo, al contrario.

"Para mí la calle era una forma de afianzarme, darme tablas y también de becarme. Llegar a Coyoacán a hacer una suerte de aparición de la nada, sorpresivamente, era algo que...

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