Gerardo Cajiga, contra la corrupción

AutorErnesto Villanueva

Primero. Gerardo Cajiga es el hombre más inteligente de mi generación, escribí hace muchos años, y así lo sigo creyendo. Hombre producto de su esfuerzo, combinó sus estudios profesionales en el ITAM con trabajos ocasionales, donde fue desde redactor de discursos hasta asesor de inversiones en la Bolsa. Promedio de 10 con asistencias irregulares no es cualquier cosa cuando de estudiar economía en una universidad de élite se trata para mantener la beca por aprovechamiento. Ganó el Premio Nacional de la Juventud en Méritos Académicos sin dejar de trabajar para sobrevivir. Muy pronto impulsado por amigos comunes, y en especial por el columnista Jorge Fernández Menéndez, pudo entrar a la alta política mexicana, a la que dedicó sus afanes. Antes de los 30 años ya había sido oficial mayor de la Secretaría de Gobernación y secretario estatal, además de haberse desempeñado en otros encargos de alta relevancia donde puso su impronta para servir, hacer más con menos y reorganizar con un toque social los sistemas de asignación de recursos públicos. No olvidó su pasado e impulsó y respetó la inteligencia de muchos jóvenes a los que alentó a estudiar y a superarse para el bien del país.

Segundo. Al arribo del PAN a la Presidencia en 2000, este partido no sólo incumplió rápidamente las expectativas generadas en buenas porciones de la comunidad, sino que empezó a fabricar culpables por razones políticas, utilizando a la Secretaría de la Función Pública y a la Procuraduría General de República como instrumentos para mostrar una máscara jurídica de una decisión política. No es, por supuesto, sólo mi apreciación personal.

Datos de la Secretaría de la Función Pública (SFP) consignados en el folio de acceso a la información 0002700008007 nos permiten apreciar que, entre 2001 y 2006, de los 59 juicios de nulidad aplicados contra resoluciones de las Contralorías Internas, en 48 casos el demandante consiguió resolución a su favor y la SFP sólo la obtuvo en 11. Asimismo, de los 575 juicios de amparo que tuvieron lugar en el mismo periodo, el demandante ganó resoluciones definitivas en 535 casos y la SFP sólo en 35. No se trata solamente de que los abogados de la SFP no sean buenos litigantes, sino de que se les obligó a construir...

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