De la geometría ideológica al pragmatismo

AutorFabrizio Mejía Madrid

En esta papeleta veo varias opciones que se dicen de "izquierdas". Como muchas cosas en la vida, ser de izquierda es, en primer lugar, una autodefinición, porque depende de cómo vemos nuestra propia posición en la geometría ideológica, en relación a los otros. Hay una izquierda, el PRD, que aparece ahora aliada al PAN, es decir, a la derecha católica. Se desliga del movimiento de Andrés Manuel López Obrador reivindicándose como "izquierda moderna". Se quiere decir con ello que son moderados. No se entiende que la moderación, es decir, el grado de institucionalidad y la disposición a negociar, no son fines sino medios. El medio para llegar a un fin puede ser dialogar o llamar a un levantamiento popular, pero esto no afecta al fin mismo. Se puede pedir un aumento de salarios, por ejemplo, reuniéndose en una comisión parlamentaria o estallando una huelga nacional. El fin sigue siendo el alza de los sueldos. Si uno confunde el medio con el fin acaba haciendo de éste un círculo: negociar por negociar. Eso es parte de lo que le sucedió a esa izquierda partidizada que, alguna vez, fue la respuesta organizativa al fraude de Salinas de Gortari en 1988. Ahora no simboliza ni siquiera lo que la izquierda socialista llegó a encarnar en su primera contienda electoral, en 1982.

Me dicen que el desmoronamiento del Partido de la Revolución Democrática se debe a "la crisis de identidad de la izquierda". Supongo que quieren decir que, de alguna rara manera, la caída del Muro de Berlín hace 30 años tiene algo que ver con firmar el Pacto por México. La izquierda -me dicen- se hizo "moderna" en la medida en que abandonó las utopías y se dedicó a administrar la realidad. Sin "marxismo" -me dicen, aunque habría que ver cuándo y de qué tipo- la izquierda se volvió la lánguida justificadora de las reformas que terminaron de sepultar a la única utopía nacional: el cardenismo. Así, supongo, se dieron cálculos tan retorcidos como aquel que juzgaba conveniente atesorar un porcentaje mínimo de los electores para negocias posiciones en los gobiernos, cualquiera que fuera su signo. Ala "crisis de identidad" habría que sumarle la culpa de que la izquierda partidista se hizo electorera y le dio la espalda a los movimientos sociales y a los ciudadanos. Hay que responder acaso que eso mismo sucedió en otros momentos: el Partido Comunista cambió, en 1979, la lucha sindical en sectores estratégicos -petróleos, electricidad, nucleares, teléfonos- por su posibilidad de competir legalmente en elecciones. O, más recientemente, habría que estimar cuantos votos significaría darle cobertura o no a un movimiento o a una demanda de consumidores, vecinos o minorías. Pero, de existir "la crisis de identidad", creo que tendría que ver con un impulso que ha marcado las actuaciones del PRD: ganar a toda costa.

En 1942, Albert Camus escribe El mito de Sísifo. Por desobedecer a los dioses, a...

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