De la generación 68 a los ninis

AutorMtro. Jorge Antonio Alfaro
Páginas51

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En la víspera de los 30 años del 2 octubre en Tlatelolco, un amigo y maestro de bachillerato me comentó indignado una conversación con algunos alumnos que, según recuerdo, fue más o menos así:

- ¿Irá al desmadré de mañana profe?

- ¿A cuál desmadre?

- ¿Lo del 68?

- ¿Qué pasó en el 68?

- ¡Pues mataron unos bueyes!

Además del reduccionismo del hecho histórico, lo que más mortificaba al profesor, era que la conmemoración de la matanza en Tlatelolco fuera el pretexto para destruir mobiliario urbano, saquear comercios y grafitear todo lo que estuviera al paso de la hueste juvenil. Para mí, el relato fue especialmente significativo, ya que se trataba de un profesor que en el 68 era estudiante, un maestro comprometido con su trabajo, un creyente de la educación como una forma de mejorar a la sociedad y a su país. El desencanto es contagioso y una amenaza para los que tratamos de darle un sentido a la educación.

En posteriores conversaciones con otros maestros nos hemos preguntado ¿qué ha cambiado en la juventud del 68 hacia ahora? Para algunos, sencillamente la juventud lee menos, no tiene compromiso social ni mucho menos conciencia de clase, los jóvenes están sumidos en un individualismo egoísta, la búsqueda del placer en el corto plazo y la apatía ante cualquier actividad que represente esfuerzo.

Tal visión también peca de general y simplista. Los mismos maestros estamos de acuerdo en que desde hace mucho tiempo, o tal vez desde siempre, ha habido alumnos brillantes, capaces de comprometerse en logros personales y grupales, buenos lectores, analíticos y creativos. Que son los menos en un grupo, es cierto; pero también resulta que los alumnos marcadamente apáticos y ajenos tanto al estudio como al compromiso social, también son minoría. Es decir que los grupos de estudiantes se componen de una mayoría que no destaca, ni por capaz y comprometida, ni por incapaz y apática.

La actitud de los jóvenes ante la escuela no es una causa en sí, sino un síntoma de un problema mayor, que se resumen en las perspectivas de vida que los jóvenes tienen fuera de la escuela. Si la educación no brinda herramientas para que los jóvenes sean capaces de incorporarse o crear actividades productivas, que les generen medios para una vida digna, se pierde buena parte del sentido de ser de la educación.

En fechas recientes se avivó una polémica entre el número de jóvenes en el país que no encuentran oportunidades ni en el trabajo ni en la escuela. El rector de la...

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