Fundamentos para un programa de educación de las emociones en una sociedad democrática

AutorHelena Modzelewski
CargoProfesora asistente del Departamento de Historia y Filosofía de la Educación en el Instituto de Educación de la Universidad de la República
Páginas83-110
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Fundamentos para un programa de educación
de las emociones en una sociedad democrática
Helena modzelewski*
resumen. Las investigaciones contemporáneas en psicología y
neurociencia destacan la importancia de las emociones en la per-
secución de nuestros objetivos, la calidad de la deliberación y de
nuestras relaciones sociales. La filosofía y la ciencia ya no ven a
la razón como enfrentada a las emociones; su cooperación logra
que nuestra racionalidad práctica se potencie. De ahí el interés
en la búsqueda de herramientas que permitan educar nuestras
emociones. A partir de investigaciones psicológicas, neurológi-
cas y filosóficas sobre las emociones, este artículo postula, des-
de la filosofía de la educación, ciertos elementos cruciales para
permitir la implementación de una educación emocional, entre
ellos la autorreflexión, las narraciones y la metodología educativa
de la comunidad de indagación, que incluye los dos elementos
anteriores.
palabras clave. Educación emocional, emociones, autorreflexión,
narraciones, comunidad de indagación.
introducción
La realización de la democracia entendida como un sistema de gobierno
donde cada uno sea respetado en su singularidad y su voz sea escucha-
da, requiere desarrollar un trasfondo valorativo igualitario. Para lograr
esto es necesario ir más allá del alcance de la justicia limitada a las ins-
tituciones. Si los ciudadanos no sólo deben ser receptores, sino actores
de la justicia, es necesario que se tomen en cuenta las condiciones que
permiten su motivación a participar, lo que requiere la mediación de las
Volumen 13, número 30, enero-abril, 2016, pp. 83-110
* Profesora asistente del Departamento de Historia y Filosofía de la Educación en el
Instituto de Educación de la Universidad de la República. Correo electrónico: helen_
mod@hotmail.com
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emociones, por lo que estas últimas deben necesariamente ser tenidas
en cuenta como un factor que contribuye especialmente a la constitu-
ción y desarrollo de la capacidad de las personas para tomar parte en
la vida de la sociedad, en especial de una democrática. El considerar,
entonces, a las emociones como una herramienta para garantizar la con-
dición de los ciudadanos como actores de justicia (Forst, 2014; Pereira,
2013), de manera tal que contribuyan a transformar nuestras sociedades
erradicando injusticias, agrega una dimensión que hasta ahora no ha
sido suficientemente considerada explícitamente en los programas edu-
cativos. Es por ello necesario y urgente proponer en la educación pú-
blica de cualquier estado democrático un programa de educación de las
emociones. La razón más evidente para ello es que resulta virtualmente
imposible pensar en ciudadanos que no sean capaces de, por ejem-
plo, sentir compasión por otros o indignación ante hechos injustos.
El recono cimiento de la importancia de las emociones en la vida de la de-
mocracia es la causa de su creciente consideración como tema central
de la filosofía política de autores como Adela Cortina (2007), Axel Hon-
neth (1997) o Martha Nussbaum (1997, 2005, 2010).1
emociones y su educabilidad
Para poder hablar de un programa de educación de las emociones,
en pri mer lugar es necesario responder a la pregunta acerca de cómo
se pue de educar las emociones, y para ello se requiere abordar una defi-
nición de éstas. El problema es que diferentes tradiciones filosóficas han
definido las emociones a lo largo de la historia como predominante-
mente fisiológicas o bien como cognitivas, además de todos los matices
1 Si bien existe la posibilidad de que la educación emocional sea utilizada por formas de
gobierno que busquen el control y manipulación de los ciudadanos, las características
de este programa de educación emocional propuesto en este artículo no se focaliza en
emociones específicas, sino en el desarrollo de la autorreflexión con el fin de que cada
sujeto se vuelva dueño de sus propias emociones, resguardándose así de posibles mani-
pulaciones. Una educación privada de autorreflexión, con características de adoctrina-
miento caería en ese riesgo, pero es todo lo contrario de lo que se busca proponer en el
presente trabajo, como se verá a continuación.

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