Francisco está yendo demasiado lejos

AutorBernardo Barranco V.

El jueves 9, en Santa Cruz, Bolivia, Francisco pronunció el discurso social más directo y crítico, en el cierre de los trabajos del II Encuentro Mundial de Movimientos Populares. Sentenció: "Este sistema ya no se aguanta. No lo aguantan los campesinos, no lo aguantan los trabajadores, no lo aguantan las comunidades, no lo aguantan los pueblos... Y tampoco lo aguanta la Tierra, la hermana Madre Tierra, como decía San Francisco".

El argentino pronunció el mensaje más contundente de su pontificado en materia social. Muchos lo califican como antesala de una nueva encíclica sobre la cuestión actual. Un esbozo que conjugaría lo tradicional de la doctrina social con nuevas fórmulas de denuncia contra la modernidad contemporánea, este sistema idolátrico del dinero que contradice todo el mensaje de Jesús y es antagónico a la proclama cristiana de la buena nueva.

Sobre esto señaló: "Se está castigando a la tierra, a los pueblos y las personas de un modo casi salvaje. Y detrás de tanto dolor, tanta muerte y destrucción, se huele el tufo de eso que Basilio de Cesárea llamaba 'el estiércol del diablo'. La ambición desenfrenada de dinero que gobierna. Ese es el estiércol del diablo. El servicio para el bien común queda relegado. Cuando el capital se convierte en ídolo y dirige las opciones de los seres humanos, cuando la avidez por el dinero tutela todo el sistema socioeconómico, arruina la sociedad, condena al hombre, lo convierte en esclavo, destruye la fraternidad interhumana, enfrenta pueblo contra pueblo y, como vemos, incluso pone en riesgo ésta, nuestra casa común".

Hay una extraña mezcla en Francisco del viejo catolicismo antimoderno y antiliberal con una renovada Teología de la Liberación, que incorpora la ecología y una visión planetaria. Con aflicción sentenció que ante tantas injusticias y pobrezas hay una humanidad doliente, y ante tanto dolor se nos estremecen las entrañas.

También criticó a la misma Iglesia católica, pidió perdón por los pecados ante los pueblos originarios e inevitablemente involucra a la Iglesia en el proceso de cambio: "La Iglesia no puede ni debe ser ajena a este proceso en el anuncio del Evangelio. Muchos sacerdotes y agentes pastorales cumplen una enorme tarea acompañando y promoviendo a los excluidos en todo el mundo, junto a cooperativas, impulsando emprendimientos, construyendo viviendas, trabajando abnegadamente en los campos de la salud, el deporte y la educación. Estoy convencido que la colaboración respetuosa...

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