Unidad forzada, conflictos interpartidistas...

AutorJosé Gil Olmos y Rosalía Vergara

Las diferencias internas del Movimiento Progresista que postula a Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia se notan en las campañas locales: en 17 estados los partidos que conforman esta fuerza política compiten con aspirantes distintos y en Jalisco incluso hubo ruptura.

En los distritos federales la coalición se pactó por decisión de la cúpula del Partido de la Revolución Democrática (PRD), encabezada por su presidente nacional, Jesús Zambrano, y la secretaria general, Dolores Padierna, a quienes los militantes acusan de imponer candidatos de sus respectivas corrientes: Nueva Izquierda (NI) e Izquierda Democrática Nacional (IDN).

La alianza del PRD, el Movimiento Regeneración Nacional (Morena), el Partido del Trabajo (PT) y Movimiento Ciudadano (MC) es total en el Distrito Federal (incluidos sus distritos electorales federales, locales y delegacionales) para impulsar a Miguel Ángel Mancera a la jefatura de gobierno. También se conformó en el Estado de México, Chiapas, Tabasco, Guerrero y Yucatán para la elección de alcaldes y diputados locales. En Yucatán los partidos acordaron apoyar al perredista Eric Eber Villanueva Mukul para gobernador.

No obstante, a los 12 días de campaña presidencial persisten los desacuerdos y a nivel estatal el PRD sigue "mirándose el ombligo" -como dicen sus militantes cuando se enfrascan en sus diferencias-: según un cuadro que elaboraron, pelean por las candidaturas en distritos locales de Guanajuato, Morelos, Jalisco, San Luis Potosí, Campeche, Querétaro, Nuevo León, Colima y Sonora.

En entrevista con Proceso, Jesús Zambrano, dirigente nacional del PRD, admite que existen diferencias entre su comente, NI, y los simpatizantes de López Obrador desde 2009, cuando sejalonearon por la jefatura delegacional de Iztapalapa y el exjefe de Gobierno impuso al candidato alterno Rafael Acostajuanito, para que después le entregara el cargo a Clara Brugada.

Las actuales, dice Zambrano, "son rivalidades de liderazgos y estructuras", aunque aclara que ahora existe "un acuerdo de unidad" porque el destino del PRD y de López Obrador está "mancomunado": y "si le va mal a uno le irá mal al otro".

Aun cuando es imposible negar las "incuestionables confrontaciones" entre la dirigencia perredista y López Obrador, Zambrano afirma que a diferencia de 2006, ahora deben solucionar las asperezas en el camino:

No hay que confundir 2006 y 2012. El peso tan grande que (López Obrador) tuvo hace seis años como candidato que lideraba todas las encuestas en el arranque mismo de la campaña y que, por ello, tenía un peso casi incuestionable para el PRD y los partidos coaligados... No debemos confundir eso con el asunto del apoyo y de la unidad interna del PRD...

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