Las finanzas conductuales

AutorFrancisco Villanueva Pliego
CargoProfesor-investigador de la Universidad Anáhuac
Páginas44-45
Históricamente los seres humanos nos hemos
denido a par tir de la razón, somos un animal
racional, según Aristóteles. Las emociones, sen-
timientos e instintos son vistos como un vestigio
de salvajismo, son aquella parte que aún compartimos
con los animales y que hay que evitar a toda costa. Así
que una persona civilizada debe, con el uso de la razón,
controlar sus emociones. Con esta visión no sorpren-
de que el subconsciente freudiano sea considerado
como uno de los tres grandes cismas de la historia de
occidente junto con la revolución copernicanas y la
evolución darwiniana. Freud destruye los cimientos de
nuestra esencia como seres racionales, pero eso no
quiere decir necesariamente que los seres humanos
no seamos racionales y que nuestras decisiones sean
controladas en su totalidad por nuestros instintos.
El debate entre lo racional y lo irracional, que
comienza en psicología y filosofía, se traslada a la
economía y las finanzas. Pocas palabras resultan
tan controversiales en la investigación económi-
ca y financiera actual como “racional”. El estudio
de las finanzas clásicas basa sus modelos en dos
supuestos: maximización y racionalidad. Toda área
de estudio, y las finanzas no son la excepción,
desarrolla modelos que intentan explicar y pre-
decir algún fenómeno de la realidad. Las leyes de
Newton son un excelente ejemplo de estos mode-
los, con ellos intentamos explicar el movimiento y
hacer predicciones sobre objetos en movimiento.
Pero cualquier modelo que desarrollamos es una
simplificación de la realidad que no consideran
todas las variables que influyen en el fenómeno que
estudiamos; la fricción es un ejemplo de variables
no consideradas en los modelos newtonianos. Las
finanzas clásicas tienen su propia fricción, como
dijimos antes estas son la racionalidad y la maximi-
zación; todos los modelos financieros asumen que
las personas, al momento de tomar decisiones, son
racionales y que tratan de maximizar su beneficio.
¿Pero que entienden los economistas y financie-
ros clásicos por una toma de decisiones racional?
Para un economista una persona racional es aque-
lla que cuando va a tomar una decisión reúne toda
la información disponible sobre esa decisión, tie-
ne la capacidad de analizar toda esa información y,
finalmente, cumple con ciertas reglas lógicas. Una
persona racional, según los supuestos de la eco-
nomía clásica, no tiene problemas con su fuerza de
voluntad; si decide dejar de fumar deja de fumar y
punto. Una persona racional tampoco dejaría que
sus emociones afectaran sus decisiones, siempre
tomaría la decisión que maximice los resultados.
En otras palabras, que esa persona se va a com-
portar como el señor Spok, de Viaje a las estrellas.
La realidad es muy diferente y el primero en notarlo
fue Herbert Simon, un economista de la Universidad
de Chicago en los años cincuenta. Simon se dio cuen-
ta que las personas no toman decisiones de la mane-
ra en que los economistas suponen. Para comenzar
no utilizan toda la información disponible, y es que
recopilar toda la información relevante sería extre-
madamente costoso, tanto que hacerlo haría que las
decisiones no fueran viables desde un punto de vis-
ta costo-benecio. Al no incluir toda la información
relevante para una decisión, la gente no puede maxi-
mizar, es decir, no puede encontrar la mejor alterna-
tiva de entre todas las opciones posibles. Así que en
lugar de maximizar lo que hacen es denir una serie
de requisitos mínimos que debe tener la solución a
su problema, revisan las alternativas que cumplen
esos requisitos y escogen la primera que encuen-
tren. Por ejemplo, si vamos a comprar un automóvil
no revisamos todas las marcas que hay en el merca-
do. Lo que hacemos es denir ciertas características
que queremos que tenga nuestro carro, si es de lujo,
deportivo o familiar. Asignamos un rango de precios,
quizá un color y algunas cuestiones tecnológicas;
cada uno denirá los requisitos mínimos que mejor
resuelvan su problema. Con esto, ya no es necesario
revisar todo el universo de marcas disponibles, sino
solo aquellas que cumplen con nuestras necesida-
des. La búsqueda se detiene cuando encontramos
un auto que cumple con los requisitos que denimos
desde un principio. A este proceso Simon lo llama,
satisfacer. Las observaciones de Simon, con el tiem-
po, dieron pie a una nueva rama de la economía y las
nanzas conocidas como economía del comporta-
miento (behavioral economics) y nanzas conduc-
tuales (behavioral n ance).
A diferencia del enfoque de las nanzas clásicas, a
las nanzas conductuales no les interesa desarro-
llar modelos de maximización “racionales” de toma
de decisiones, sino que busca conocer los mecanis-
mos que empleamos en la toma de decisiones y sus
consecuencias. Los psicólogos y los economistas
llaman a esos mecanismos, “heurística”. Estas son
herramientas muy intuitivas y la consecuencia de un
proceso evolutivo. Un ejemplo aclara mucho mejor
lo que es una heurística y cómo se compara con un
modelo clásico. Imaginen por un momento que son
el jardinero central de un equipo de béisbol. Ahora
imaginen que después del lanzamiento del pitcher
el bateador golpea la pelota y esta sale en dirección
al jardín que ustedes cuidan. La pregunta es, ¿qué
hacen para atrapar la pelota? Si fueran seguidores de
la corriente clásica, su respuesta tendría que ser algo
similar a esto: debo calcular la velocidad con la que
el pitcher lanza la bola, medir la fuerza con la que el
bateador la golpea, ver el ángulo de salida de la pelo-
ta, revisar la velocidad del viento, resolver una ecua-
ción de tiro parabólico, calcular el punto a donde va
a caer la pelota y, nalmente, correr hacia ese punto
para esperar tranquilamente y atrapar la pelota. Para
hacer todo esto solo contamos con el tiempo que
dura la pelota en el aire. Si este fuera el caso no debe-
ría de sorprendernos los sueldos de los beisbolistas.
Ahora cambiemos de cachucha para ponernos la de
un economista del comportamiento. Para atrapar la
pelota utilizamos una heurística muy simple que con-
siste en ver la pelota y mantener un ángulo de 45 gra-
dos con respecto a la misma. Si el ángulo aumenta es
un indicador de que la pelota va a caer atrás de noso-
tros, así que corremos hacia atrás hasta volver a tener
la pelota a 45 grados. Si el ángulo es menor quiere
decir que la pelota va a caer frente a nosotros, enton-
ces corremos hacia adelante. Así vamos ajustando
nuestra posición con respecto a la pelota hasta llegar
al punto donde la atrapamos. Si tuviera que apostar
por el método que utilizan los beisbolistas para atra-
par una pelota, yo pondría mi dinero en las heurísticas.
Las heurísticas son un método muy eficiente para
tomar decisiones, son rápidas y en el contexto
adecuado dan el resultado correcto. Pero donde
está su fortaleza radica también su fragilidad. Las
heurísticas son herramientas que se desarrollaron
como parte del proceso evolutivo y que funcionan
bajo situaciones específicas. ¿Pero qué pasaría
si una heurística se aplica fuera de su ambiente?
Pues va a dar resultados equivocados, va a gene-
rar errores y estos errores se conocen como ses-
gos. La gente en los negocios y las finanzas no
son inmunes a cometer estos sesgos, de hecho,
se ha identificado una gran cantidad de ellos como
los costos hundidos, el efecto de disposición o el
efecto de anclaje, entre muchos otros. Las finanzas
conductuales son quizá el área más nueva y vibran-
te del estudio de las finanzas; uno de sus objetivos
es identificar las distintas heurísticas que utilizan
los inversionistas en su toma de decisiones y los
sesgos asociados. La importancia del estudio de
las finanzas conductuales no radica en la capaci-
dad de predecir el rendimiento de una acción, sino
en evitar los sesgos conductuales y en mejorar la
toma de decisiones de los inversionistas. En futu-
ros artículos iremos revisando varias de las heurís-
ticas y los sesgos que resultan de ellas; cuando sea
posible, comentaremos medidas que se pueden
tomar para evitar cometer errores en nuestra toma
de decisiones.
Las finanzas
conductuales
FranCIsCo vIllanuEva PlIEGo, Phd
Profesor-investigador de la Universidad Anáhuac
francisco.villanueva@anahuac.mx
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