"Al final bailamos"

AutorJavier Betancourt

No fue fácil convencer a los actores de participar en esta historia de amor gay: el bailarín Levan Gelbakhiani rechazó cinco veces el papel por temor a su vida y al repudio social; el director y su equipo recibieron amenazas de muerte y durante el rodaje necesitaron guardaespaldas; coreógrafos y músicos se mantienen anónimos.

Mareb (Gelbakhiani) se entrena como bailarín en Ensamble Nacional de Danza de Georgia, institución que defiende la tradición de la danza georgiana y donde no caben expresiones poco viriles, según sentencia el maestro de baile; lo que inicia con celos y rivalidad cuando aparece un nuevo talento, Irakli Vachivalishvili, se convierte en amor apasionado, sigue el enfrentamiento a las convenciones sociales y, peor, a la cultura patriarcal de la institución misma.

Akin es un director de formación sólida y académica que no se deja patinar con una historia de la llamada salida del clóset. Al final bailamos es una cinta profunda de aprendizaje. Mareb crece.

Cuerpos de seguridad y policiacos tuvieron que proteger a los miles de espectadores que hacían cola para entrar al cine, atacados ferozmente por hordas de conservadores; las funciones se suspendieron a los tres días, y aunque la Iglesia Ortodoxa de Georgia se deslindó de los ataques, se dedicó a condenar la cinta por fomentar el pecado de la sodomía; claro, a nadie le extrañará que, según un reportaje de la BBC, escándalos de pedofilia o de alguna forma de abuso sexual no han faltado en la severa y milenaria institución, como en el caso del controvertido obispo Petre...

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