Fin de año plagado de riesgos

AutorOlga Pellicer

Desde el punto de vista de la política internacional, el perfil de los miembros del gabinete elegidos por Donald Trump, así como las declaraciones y entrevistas en los medios de comunicación, indican una aproximación inesperada a la relación con aliados tradicionales de los Estados Unidos en materia de seguridad internacional. El ejemplo más visible es la crisis de confianza que se está gestando entre los países miembros de la Organización del Atlántico Norte (OTAN); la manzana de la discordia es la relación con Rusia.

El espionaje de Rusia en los sistemas de información para la contienda electoral en Estados Unidos que, según acusaciones del Partido Demócrata, tuvo el fin de favorecer el ascenso de Trump, es enormemente grave; pone en duda toda la legitimidad del proceso electoral en ese país. Soy escéptica respecto a la posibilidad de confirmar semejantes acusaciones. No por lo que toca al espionaje -que seguramente existió-, sino a sus intenciones, más allá de la siempre útil obtención de información. En todo caso se trata de sospechas que justifican los temores sobre el giro en las relaciones Rusia-Estados Unidos que inquieta seriamente a la mayoría de países de Europa.

La condena a Putin por la anexión de Crimea, la intervención en Ucrania y la animadversión hacia su presencia creciente en el Medio Oriente son posiciones difíciles de modificar. Se trata de puntos centrales de la política exterior europea, siempre interesada en contener los ánimos expansionistas de Rusia, exacerbados bajo el liderazgo de Putin.

La presencia creciente del presidente ruso como factor de poder en la situación del Medio Oriente ya es un hecho. Su apoyo para que Al Assad recuperara el control de la ciudad de Aleppo, considerado uno de los bastiones estratégicos de Siria, ha sido definitivo. Sin embargo, el asesinato en Turquía del embajador ruso por parte de un terrorista contrario a esa solución es una señal de las tensiones que se viven en la zona y de la espiral de violencia, aun más terrible, que puede mantenerse allí.

Con tales antecedentes, el nombramiento hecho por Trump como secretario de Estado de un alto ejecutivo de la empresa petrolera Exxon, que mantiene excelentes relaciones con Moscú y ha criticado la imposición de sanciones económicas, produjo un enorme desconcierto. No se pierde de vista que el nombramiento debe ser ratificado por el Senado, donde pueden producirse fuertes discusiones. Sin embargo, la mayoría republicana en ese órgano...

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