¿Qué tenemos que festejar en el Bicentenario?

A 200 años del Grito de Dolores, y en el marco de los espectaculares festejos que presenciamos el pasado 15 de septiembre, es necesario preguntarnos si de veras tenemos algo que festejar. ¿Valió la pena el gasto realizado, a la vista de ejemplos de austeridad como el chileno? ¿Dónde están las obras —monumentos, parques, edificaciones— por las que esta celebración debería ser recordada? La respuesta, pese a todo, parece evidente: sí tenemos razones para festejar. Gracias a la decisión de muchos hombres y mujeres comprometidos, hace 200 años este país inició un largo recorrido hacia la independencia, consumada en 1821. No obstante, la ausencia de un foro plural e incluyente en el que se discuta quiénes somos, qué queremos y hacia dónde hemos de llevar a un país que presenta serios problemas en materia de seguridad, educación y cohesión social —por decir lo menos—, nos hace pensar que esta conmemoración del inicio del movimiento insurgente de Hidalgo se ha desaprovechado.

Éste es, sin duda, el momento para estudiar, analizar y plantear una historia liberada de prejuicios y rencores sociales, que dejemos de utilizar para justificar nuestro presente. Es tiempo de analizar los beneficios y los perjuicios de la independencia con el fin de darle la justa dimensión a sus acciones y a sus personajes. Es momento de compararnos con otros procesos, como el de Brasil, que permitió continuidades institucionales importantes, o como los de Argentina, Colombia y Chile, en sus peculiaridades regionales.

Es cierto que se han dado esfuerzos importantes. Pensemos, por ejemplo, en la serie de monedas conmemorativas de cinco pesos en las que encontramos una amplia palestra de insurgentes y revolucionarios; en la atinada emisión de billetes de lotería que incluye también a los partícipes de esta gesta, o en los esfuerzos editoriales —unos mejor planteados que otros— que se han hecho con motivo de esta conmemoración.

Sin embargo, hay temas que debieron haberse discutido más ampliamente, como la relación de Hidalgo con el resto de los jefes de la insurgencia, así como sus acciones y sus decisiones, o la justa dimensión del papel de Iturbide como generador y ejecutor de la independencia. Además, nos quedamos esperando la obra, la edificación y el legado cultural de trascendencia...

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