'Los feriantes somos invisibles'

Karen Vázquez

CIUDAD DE MÉXICO, junio 20 (EL UNIVERSAL).- "Soy feriero, por el Covid no laboro. ¡Apóyame!", dice el cartel de un hombre que camina entre los carros, sobre avenida Gran Canal. A unos kilómetros, Aída está sentada a la salida de un estacionamiento de un centro comercial; "una ayuda, con lo que pueda", pide.

El dolor en sus piernas por la diabetes le impide estar de pie. Su silla se encuentra al lado de una mesa que es su centro de acopio y del juguete con el que trabaja en las ferias: un canguro.

La mujer de 50 años forma parte de los más de tres mil feriantes que hay en la Ciudad, quienes, a su vez, son unos de los tantos a los que el virus dejó sin recursos.

A raíz de que se cerraran las iglesias donde acostumbran poner sus juegos, cambia su mercancía por despensa o dinero.

Sus alcancías, que eran los premios que daba en su puesto, las ha intercambiado por bolsas de arroz, lentejas, frijoles, salchichas o papel de baño.

"Desde que nací soy feriante, pero ahorita no nos han dejado trabajar. La necesidad ya es muy grande, por eso salimos con nuestros centros de acopio.

"Tengo que salir a conseguir para mis medicamentos y pagar la renta, sino seré la próxima que se vaya a vivir a un remolque, como otros compañeros", dice.

Aida Casanova Rivero es la tercera generación de su familia que se dedica a la feria. Lleva mes y medio poniéndose en el centro comercial que se encuentra detrás del antiguo Palacio de Lecumberri, donde está desde las 10:00 horas y hasta las 23:00 horas.

"Traemos nuestras alcancías, nuestros juegos...

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