Fellini 100

AutorFabrizio Mejía Madrid

Con Ennio Flaiano, que escribió tratamientos de 8 y medio, Fellini tuvo que contener, no el drama, sino el exceso de escepticismo. Al contrario de Flaiano, Fellini no veía a sus personajes con condescendencia, sino con una pátina de compasión. Por eso el título de 8 y medio será un conteo de filmes de Guido, el director angustiado, y no La gran confusión, como quería Flaiano después de ayudar a Michelange-lo Antonioni a estructurar La noche como un alegato sobre el aburrimiento y la decadencia modernas.

Fellini trató de hacer películas con la erudición de Italo Calvino sobre literatura italiana popular, con Alberto Moravia y Leonardo Sciascia con la idea del declive nacional después de la Segunda Guerra Mundial, pero optó por quien se obsesionaba por el infierno, el colaborador del sangriento Darío Argento, Bernardino Zapponi. A esa colaboración, a la que se referían como "neurosis de gemelos", debemos esas atmósferas mortuorias del Satiricón y de Casanova. Son los 15 años de Fellini haciendo un tipo de cine que tiene más que ver con la libre asociación entre erotismo, vampiros, y fragmentos de historias fantasmales que no admiten contar algo, sino que funcionan más como pedazos de retablos del Bosco o grabados de Brueghel El Viejo. Sobre la adaptación delirante del Satiricón de Petronio (siglo I), Zapponi dijo: "Son fragmentos rescatados y unidos por los arqueólogos. Lo que hicimos no fue crear puentes entre ellos, sino enfatizar sus abismos". Para esa época y hasta el falso documental Roma, Fellini trabajaba con guiones que eran colecciones de imágenes, de escenografías y de sueños, más que historias o personajes. Al final, por supuesto, se vuelve a encontrar con las tramas en Ginger y Fred, Y La nave va, y su última, La voz de la luna, una reinterpretación de la delirante novela sobre cañerías y túneles, El poema de los lunáticos, de Ermanno Cavazzoni.

Pero en las decenas de años de pensarla, nunca logró filmar el viaje de Mastor-na, el chelista del Más Allá. Ayudado por su lectura de Las enseñanzas de donJuan, del misterioso antropólogo Carlos Castaneda, decide que tiene que ir a Tulum a encontrarse con un espíritu que le dé el impulso para filmarla: "Contar algo sobre una civilización antigua de la cual ya no hay memoria histórica, de la que quedan sólo rastros en otros lugares del mundo, las misteriosas laderas de las mesetas peruanas, la isla de Santorino, destrozadas por los mismos cataclismos que hicieron desaparecer la Atlántida...

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