Felipe Díaz Garza/ Sin oposición no hay nación

AutorFelipe Díaz Garza

Ciertamente, preocupa el radicalismo de algunos grupos que se han vuelto importantes e influyentemente decisivos a consecuencia del acceso del PAN al poder.

Muchos de tales grupos tienen nexos con ese partido, ya de tipo moral, por la identificación religiosa e ideológica de sus miembros con los funcionarios y legisladores panistas, ya de tipo político, porque sus miembros forman parte cupularmente de las administraciones y de las legislaturas que hoy controlan los blanquiazules.

La influencia decisiva de estas personas es observable fácilmente en las reformas al Código Penal de Guanajuato para castigar a la mujer que aborte, aun en casos de violación. Lo mismo puede decirse de la adopción de posturas de corte fascista o de orientación francamente religiosa en los programas educativos públicos.

Lo anterior ha ocurrido ya en Guanajuato, estado que ha sido gobernado por el PAN los pasados dos sexenios, el de Carlos Medina Plasencia, designado Gobernador por Carlos Salinas, y el de Vicente Fox, actual Presidente electo de México, colofonados por el breve término del interino de Fox y el inicio del periodo de su sucesor constitucional recientemente electo, ambos igualmente panistas.

El fundamentalismo de algunos panistas y de muchos cercanos al PAN o a sus miembros relevantes tiene como asiento la ciudad de León, según el diputado priísta Rubén García.

Esta ciudad, de la que fue alcalde el salinista Medina Plasencia, ha sido llamada "la Meca del fundamentalismo" por el referido García quien, al prevenir a sus conciudadanos de lo anterior, advierte que los cuadros surgidos de esta meca de la ultraderecha presionarán al gobierno de Vicente Fox para que aplique políticas conservadoras.

Pero así como preocupa el radicalismo de los panistas en el poder o de aquellos fundamentalistas que tienen poder moral sobre los panistas en el poder, es tan o más preocupante la incapacidad creciente de los demás partidos, especialmente del Revolucionario Institucional, para convertirse rápida y efectivamente en una fuerza de oposición capaz de enfrentar y revertir en su caso las tendencias reaccionarias, radicales y abiertamente fundamentalistas que han penetrado el poder público.

La preocupación se agudiza porque vivimos tiempos en que nuestra sociedad debate asuntos tan álgidos como la penalización drástica del aborto o su despenalización juiciosa y selectiva en determinadas circunstancias, como la violación o la malformación comprobada del feto.

Entre esos...

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