Federico Reyes Heroles / Tocqueville con insomnio

AutorFederico Reyes Heroles

Alexis de Tocqueville, en su larga visita a la joven democracia estadounidense, se topó con varias sorpresas. La pujanza, la fuerza de la incipiente nación provenía de una especie de religión ciudadana y de la firme creencia en que la prosperidad era deseable y posible. Pero quizá lo que más asombró al francés fue la forma en que esos ciudadanos encaraban los retos. Lo hacían de manera organizada. Tomados de los brazos, cuidaban de su sociedad y con ello de sí mismos. A esas organizaciones ciudadanas Tocqueville las llamó "sociedades intermedias", estaban por todas partes y se ocupaban de todo tipo de asuntos, desde los más concretos y particulares como un parque, hasta las políticas emanadas de Washington. Su conclusión fue muy clara: una democracia firme, una sociedad próspera y justa sólo se alcanzan cuando los ciudadanos se organizan.

Lo que Tocqueville percibió en el Siglo 19 hoy es una verdad ratificada por las ciencias sociales. En las sociedades que han alcanzado el desarrollo pleno, en aquellas donde hay mayor justicia, abundan las organizaciones ciudadanas de todo tipo. Se trata de ciudadanos que invierten su tiempo, su vida y que destinan recursos privados para la atención de asuntos públicos. En el camino se han aprendido varias lecciones. La primera es que hoy el Estado resulta demasiado pequeño para los asuntos globales, pero a la vez es demasiado grande y pesado para dar seguimiento a cuestiones centrales de la vida cotidiana de los ciudadanos.

Es por esa incapacidad que las organizaciones del llamado tercer sector y las filantrópicas son deseables socialmente. Alguien debe llenar los muchos huecos del Estado y ocuparse de llevar vida y atención a los ancianos, a los niños con padecimientos diversos, o cuidar de un río, de un bosque, de una especie en peligro de extinción, de las mujeres que sufrieron abusos y maltrato, de restaurar una iglesia, y un largo, larguísimo etcétera. Ante el vacío está la sociedad organizada. Hoy sabemos además que esa ciudadanía organizada en ciertas actividades puede ser mucho más eficiente que el propio Estado, es decir, hacer más con menos. Cómo: no se persigue lucro, no se necesitan burocracias y sobre todo el trabajo voluntario es una mina inagotable. De ahí que, normalmente, los Estados sean los primeros interesados en el crecimiento de este sector. Por eso en muchas naciones el Estado aporta en promedio un 40 por ciento de los recursos de este tipo de organizaciones.

En México la ciudadanía...

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