Una Estela de Olvido en la Tarahumara

AutorJudith Amador Tello

Con un gesto de incredulidad o de enojo contenido, el etnólogo José Manuel del Val Blanco lee, en su oficina cercana a Ciudad Universitaria, las tres primeras líneas del poema Yerbas del tarahumara, de Alfonso Reyes (1889-1959), que dice: Han bajado los indios tarahumaras que es señal de mal año y de cosecha pobre en la montaña... No concibe el especialista que la situación de hambruna que enfrentan hoy los rarámuris en la Sierra Tarahumara -la misma que vio en su infancia el escritor y polígrafo regiomontano y lo motivó a escribir ese poema hace más de 70 años- pudiera pasar inadvertida por los gobiernos. Que ignoren que es un problema cíclico, den argumentos absurdos y ofrezcan promesas vanas. Y juzga que el Estado no está cumpliendo con su responsabilidad.

El pasado 15 de enero, diversos medios nacionales retomaron una entrevista del noticiero ABC del Canal 28 al gestor indígena Ramón Gardea, en la cual afirmó que la situación de sequía y falta de alimentos estaba llevando a los tarahumaras al suicidio. Autoridades locales y federales, como el gobernador del estado César Horacio Duarte, desmintieron los suicidios y atribuyeron el desabasto a la sequía e incluso el jefe del Ejecutivo, Felipe Calderón, dijo se debía al cambio climático. Gardea volvió al noticiero días después y reiteró que si bien no se trata de suicidios colectivos, tan sólo en 2011 se suicidaron 50 indígenas por la situación y aseguró que son casos documentados por la Fiscalía General del Estado.

Enfático, Del Val recuerda que distintos autores ya han señalado que el llamado "cambio climático" es un proyecto político que explícitamente se quiere imponer. Sí ha afectado, admite, también la sequía, y hay hambre en otras partes de México y en otros pueblos indígenas, pero la situación de los tarahumaras tiene peculiaridades.

Explica, para empezar, que el vocablo genérico "indios" ha homogeneizado a muy diversos pueblos y oculta su diversidad. Pero los tarahumaras no pertenecen a la órbita mesoamericana, son de la llamada Aridoamérica. Y han resistido por siglos "de una manera particularmente firme a la supuesta integración de todos los periodos históricos" (desde el imperio mexica hasta nuestros días). Un dato significativo, dice, es que a pesar de la persistente presencia de los jesuítas, en diferentes momentos de la historia, antes de ser expulsados y tras su readmisión, solamente se ha ordenado a un sacerdote tarahumara.

Los tarahumaras no quieren desarrollarse, precisa el etnólogo. Y no es un asunto de hoy. Por supuesto que no quieren pasar hambre pero podríamos decir que su situación no es más que una demostración trágica del fracaso de la integración.

Subraya:

"Lo que estamos viendo frente a la Tarahumara es un caso más donde el Estado no cumple su responsabilidad, por la razón que sea. No nos pueden decir que es cuestión de dinero, puesto que sí podemos construir una Estela de Luz en un año y gastarnos una millonada en una cosa irrelevante, absurda. O el presidente, de pronto, puede sacarse de la manga un fondo de 2 mil 500 millones de pesos para endeudar a los estudiantes por una generación entera. Ese tipo de cosas quieren decir que no es un problema de dinero."

El etnólogo, fundador y director del Programa Universitario México Nación Multicultural de la Universidad Nacional Autónoma de México, llama la atención sobre el hecho de que tras la noticia del suicidio hubiera varias opiniones incluyendo "alguna barbaridad" del titular de la Comisión Nacional del Agua, José Luis Luege Tamargo...

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