Cómo escuchara la ciudadanía

AutorMarta Lamas

Pero no existen espacios ni mecanismos que verdaderamente funcionen para transmitir muchas de las demandas y propuestas ciudadanas. A ratos, la sección de "Cartas del lector" en los periódicos cumple parcialmente esa función.

El viernes 27 de julio apareció en la sección "El correo ilustrado" de La Jornada una misiva dirigida a Marcelo Ebrard y al director de Setravi, escrita por Lucía Melgar. En ella les pide que "se hagan cargo de algunos pendientes que van más allá de terminar las obras que su administración ha emprendido y que, sin mucho gasto ni esfuerzo, mejorarían la calidad de vida de nuestra ciudad".

En su carta, la académica y activista feminista les pide "poner orden en el transporte público", y enumera varias malas prácticas que todos padecemos en la ciudad: las dobles filas, la grosería de los conductores de transporte público (y también la de los automovilistas privados, diría yo), la agresión de la música a todo volumen en muchas unidades, la forma en que los taxis improvisan bases que obstaculizan las paradas del autobús, obligando a los usuarios del transporte a dar rodeos en el arroyo vehicular. También solicita mejorar el servicio de Metro-bús, desde "poner correas colgantes en los barrotes" hasta utilizar el "potencial educativo de la TV"; critica fallas en el servicio de teleurban, pregunta ¿quién revisa los contenidos educativos? y es contundente: "entretener no es educar".

La suya es una carta crítica, sin adjetivos y con planteamientos claros, ejemplo de lo que es un reclamo exigente y respetuoso. Quienes viven a diario el calvario del transporte público seguro comparten las demandas de Lucía Melgar. Yo también coincido con sus señalamientos, aunque soy automovilista, en parte por las incomodidades de las que ella habla. En otros países he sido usuaria del transporte público, y he viajado feliz en unidades que pasan a intervalos predecibles, lo cual permite programar los tiempos de desplazamiento, con espacio suficiente para no ir apretada como sardina y sin "contaminación auditiva" (léase música a todo volumen), lo cual permite leer o estudiar durante el trayecto.

El gobierno de Ebrard ha dado muestras sustantivas de su voluntad de hacer una política moderna y democrática en nuestra ciudad, pero los usos y costumbres del tránsito vehicular tienen formas brutales de ma-chismo y clasismo: desde las de los choferes de micros que manejan con agresividad machista hasta las de las señoras con camionetotas que hacen gala...

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