Tanto por Escuchar

AutorJorge Torres Sáenz

Ópera Viva

A quienes consideran hoy en día que la historia de la ópera terminó con el siglo 19, les convendría mucho escuchar Luci mie traditrici, ópera en dos actos del compositor italiano Salvatore Sciarrino (1947), compuesta en 1998.

La obra está basada en un hecho real acaecido hacia 1590, cuando el compositor Don Carlo Gesualdo asesinó, en un acto de insospechada barbarie, a su mujer y prima, Doña María d'Avalos, luego de tenderle una trampa y sorprenderla en el tálamo nupcial con su amante, Don Fabricio Carafa, duque de Adria.

La sorprendente contundencia de esta ópera radica, a mi entender, en tres factores fundamentales: en primera instancia, el libreto -inspirado en una Il tradimento per l'honore, de Giacinto Andrea Cicognini- que logra sintetizar los hechos, concentrándose en las pulsiones esenciales que entretejen los hilos del drama (el amor/odio que genera la vida/muerte teniendo al destino como telón de fondo y testigo implacable de la acción). Es en este sentido que Cicognini logra concentrar la esencia del drama operístico tradicional.

Al respecto, el compositor comenta: "Una voz detrás del telón. La belleza antigua se atenúa: regresará sin cesar -la misma música es en cada momento esbozada por las heridas del tiempo. Esta acompañará a lo largo de la pieza los eventos que no serán contados... Cada intriga deja, sin embargo, un eco infinito detrás de sí: sombras, indicaciones y contradicciones que se acumulan, se transforman; el antes y después, lo lleno y lo vacío; un silencio opaco en el que las preguntas se pierden en las preguntas y las respuestas en las respuestas".

El segundo factor, aunque no en orden de importancia, es el empleo de la voz. Efectivamente, Sciarrino es un amante de la voz, y a lo largo de esta ópera sondea inquisitivamente sus posibilidades de timbre y color.

El texto resulta siempre una plataforma ideal para la expresión colorística generada a través de la línea vocal. Las exigencias técnicas para los cantantes son enormes, las sutilezas acompañan a cada una de las frases y Sciarrino logra que toda la obra gire musicalmente alrededor de la voz: "Los instrumentos (en la ópera tradicional) sirven habitualmente de base. Aquí por el contrario, la voz es el centro en torno al cual giran los demás sonidos gravitando".

Finalmente, en el tratamiento musical e instrumental impera la austeridad y la economía de medios; de esta forma Sciarrino logra eficazmente que la música beneficie en todo sentido la expresión...

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