Tanto por Escuchar

AutorJorge Torres Sáenz

España de Chabrier

"Cuente pomposamente cosas cómicas", aconsejaba Baudelaire al entonces joven Emmanuel Chabrier (1841-1890), quien decía admirar sólo a dos compositores: Wagner y Offenbach. La proximidad de Chabrier con los poetas parnasianos y su afinidad con las inquietudes del impresionismo -y una entrañable amistad con Monet- fueron factores determinantes en su indagación sobre las equivalencias musicales del color y la luz. No estaba interesado en perpetuar las fórmulas acartonadas de la academia; prefirió explorar los mecanismos detonadores de la sensación. La espontaneidad de su inspiración requería de formas breves, distantes a las pretensiones discursivas de los géneros mayores -como la sinfonía o el concierto. Miniaturas como la habanera, el minueto y el vals, fueron armazones propicios para el desarrollo de su curiosidad inventiva. Su actitud vanguardista motivó la libre experimentación en música al tiempo que aquilataba nuevas posibilidades armónicas, melódicas e instrumentales. Por ello, generaciones posteriores -que incluyeron a Debussy, Ravel y Stravinsky- lo reconocieron como el gran precursor de la escuela francesa contemporánea. Michel Plasson, al frente de la Orquesta del Capitolio de Toulouse, grabó un magnífico álbum doble que incluye entre otras piezas la célebre España, La Sulamita y Le roi Malgré Lui.

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