Tanto por Escuchar

AutorJorge Torres Sáenz

Cinco Conciertos para Piano

La idea más o menos popular que dibuja la figura de Camille Saint-Saëns a partir de los trazos del bacanal de Sansón y Dalila o de la Tercera Sinfonía con órgano es bastante menesterosa. Es curioso escuchar las opiniones, incluso de expertos que, displicentes, repiten como tontos merolicos los defectos de la música del compositor galo sin poder, sin embargo, enumerar siquiera un puñado de pasajes que reflejen aspectos realmente representativos de su obra. Una buena inmersión en la música de este autor logrará el escucha al zambullirse en cualquiera de sus cinco conciertos para piano; todos ellos son espléndidos y proporcionan una radiografía fidedigna de la evolución del pensamiento musical de su creador. En los compases iniciales del primer concierto encontramos al joven revolucionario, consumado pianista, de invención cáustica y pragmática que retiró el veto a Schumann y a Wagner en la Francia decimonónica. El segundo de ellos -que por cierto, era de entre todos los conciertos escritos en la historia de la música el favorito de Sviatoslav Richter- nos muestra al organista, admirador del genio de Bach que poseyó con análoga pericia la liviandad magnífica de Offenbach, y es un claro ejemplo de equilibrio perfecto entre forma y contenido. El tercer y cuarto conciertos catan notables novedades estructurales en su arriesgado planteamiento. El quinto, conocido como "Egipcio", es un ejemplo de los alcances de este viajero incansable que murió en peregrinaje y que no dudó en emplear para sí música javanesa o melodías de los berebere del norte de África, fundidas en una hechura impecable. Emocionantes y dignos de todo elogio son estos conciertos que no debe usted perderse en esta versión recién reeditada interpretados al piano por Jean-Phillipe Collard.

Cantos y Monjes

El canto gregoriano llega a nosotros hoy en día plagado de prejuicios e inexactitudes históricas que en nada ayudan a su divulgación. Ni lo inventó Gregorio Magno -quien no sabía nada de música-, ni es tan puro como la gente imagina. Este canto es una escandalosa hibridación de dos tradiciones musicales radicalmente distintas: una, insípida y monótona, que predominaba en la región central de la bota itálica en la Alta Edad Media, y otra, indudablemente superior en fondo y forma, que se estableció de manera singular en las Galias -hoy Francia. Para entender la dimensión de esta mescolanza insólita podríamos recurrir a la taxonomía vegetal e imaginar el...

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