Entrevista / Ana Francis Mor / Percibe a la Ciudad como un 'cabaret'

AutorGustavo Aréchiga

"¿Quieres que me ponga el sombrero negro?".

De brevísimo paso por Guadalajara, Ana Francis Mor, una de las actrices de cabaret con más trayectoria en el país, heredera artística de Tito Vasconcelos y Jesusa Rodríguez, se acomoda para la foto y cruza los pies, calzados con unos Convers rosas que le hacen juego a sus ojos azules.

"¿Así me pongo, o cómo? Tu dime, yo soy materia dispuesta...", insinúa.

Mor, una de las actrices que conforman Las Reinas Chulas, proyecto que desde hace cinco años ha montado espectáculos de humor negro y sátira política en El Hábito, de la Ciudad de México, observa de cerca lo que va cuajando en el montaje de Circee Rangel, la "Primera Gran Noche de Cabaret", que se realizará en la Unidad Basílica, en Zapopan, a principios de agosto.

Con ensayos en la Casa de la Cultura, una decena de actores van armando sketches a partir de recortes de periódicos, noticias al hilo, mentadas, sandeces, humor y, ante todo, acidez.

"El cabaret es un espacio donde uno puede decir lo que se le de la gana, pero también un lenguaje noble para hablar de las obsesiones personales y de lo que está ocurriendo, donde no se tiene que depender de nadie, solo del público. ¿Por qué estamos tan sordos hacia el público, que está necesitando determinadas problemáticas, por qué chingados montar lo que les ocurre a los quebecuas cuando se sienten solos?", dice Mor, para empezar.

El cabaret es necesario...

-Es necesario. Ahorita hay como una especie de ebullición del cabaret, en cuanto a los que lo hacen y los que ven. La gente va a verlo. Si eso lo juntas con la chela, la noche, es mucho más fácil. Por eso yo no sé por qué la gente puede gastar 600 pesos en entrar a un antro, y no puede comprar un boleto de teatro que cuesta 50.

¿No hay concesiones en el cabaret contemporáneo?

-La premisa es criticar, criticar, criticar. A partir del humor entra la realidad, que si no fuera humorística, sería insostenible e insoportable, como para pegarnos un balazo todos y punto. El cabaret tiene un poco de todo, desde la crítica mordaz y ácida y cruel, hasta idiotez y media.

El cabaret también es de lo más arriesgado que se puede hacer, porque de pronto las circunstancias son apremiantes y si ocurre algo en el País, tiene que salir en el guión inmediatamente. Lo que hacemos es construir un espectáculo distinto cada función.

¿Como la novela matrimonial de Marta Sahagún y Vicente Fox?

-Bueno, afortunadamente nuestros políticos solitos hacen los guiones de risa loca...

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