Entrega Pilar Urreta su pureza expresiva

AutorJulieta Riveroll

En la ofrenda dancística de Pilar Urreta la muerte es el inicio, la necesaria despedida de los apegos para hallar la renovación, que se bailará aprovechando la arquitectura de la Escuela Superior de Música del Centro Nacional de las Artes (Cenart), lo mismo en una rampa o en un túnel.

Nueve espacios, en su mayoría al aire libre, se utilizan para interpretar una sección distinta de la coreografía, como la de un par de viejos que heredan una tierra de cultivo a la generación venidera o la del ángel de la muerte que ayuda a un hombre a soltar sus recuerdos.

No hay anécdota en esta creación, más bien imágenes poéticas nacidas de un movimiento "mínimo", como el de una mano, que sin embargo contiene una gran capacidad expresiva. Está cargado de significado aun prescindiendo de todo artificio, añadió la bailarina.

Urreta festeja sus 35 años de ejercer la danza profesional con Campo abierto: los itinerarios de la fugacidad, que se presenta el viernes a las 19:00 horas. La entrada es libre, pero el cupo está limitado a 30 personas y únicamente permanecerá en cartelera por dos fines de semana.

"Si el espectador llega a decir ¡qué bonito baila! ya perdí mi objetivo", opinó la especialista en las teorías dancísticas de Laban, pues su finalidad no es apantallar al público. Urreta es una firme creyente de que para lograr contundencia no hacen falta escándalos ni exabruptos.

La coreógrafa defiende el rigor en la pureza del movimiento y, al igual que en el resto de sus creaciones, prefiere un ritmo pausado que los no conocedores de la danza han vinculado equivocadamente con una tendencia oriental, específicamente con la...

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