Enrique Krauze / Liberalismo sin partidos

AutorEnrique Krauze

Para José Gutiérrez Vivó.

Hacia 1921 se desvaneció el último partido con la palabra "liberal" en sus siglas: el Partido Liberal Constitucionalista. El PLC contaba con miembros en el gabinete y tenía mayoría en la Cámara. Quiso hacerla valer, pero el invicto general Álvaro Obregón no tenía tiempo para sutilezas parlamentarias. No sólo no contemporizó con ellos sino que toleró un asalto al Palacio Legislativo al grito de... "¡Viva la Revolución Rusa!" Fue el último adiós del Estado al liberalismo.

En los años veinte los partidos políticos crecieron como hongos: los había nacionales, estatales y locales. Sus siglas revelaban una similar búsqueda de legitimidad en las corrientes ideológicas o políticas de moda: todas colectivistas, ninguna liberal. Así se fundaron varios partidos influyentes, ligados siempre a figuras políticas de renombre, entre otros el "Nacional Agrarista", de Soto y Gama, ligado a Obregón; el "Laborista Mexicano", de Morones, ligado a Calles; el "Nacional Cooperativista", de Prieto Laurens, ligado a De la Huerta; el "Comunista", fundado por el hindú Manabendra Nath Roy; el "Socialista del Sureste", fundado por Carrillo Puerto; el "Nacional Antirreeleccionista", ligado al filósofo y educador José Vasconcelos. Todos desaparecieron tras el ocaso de sus creadores o patronos. Además, en términos ideológicos, sus nomenclaturas resultaron parciales. Había que encontrar una que reinara sobre todas, y Calles encontró la que, a la postre, triunfa- ría, en la guerra de las siglas: el Partido Nacional Revolucionario, luego transformado en el Partido de la Revolución Mexicana y finalmente en el Partido Revolucionario Institucional.

A partir de 1929 se crearon otros partidos, que tampoco reivindicaron en sus siglas la palabra liberal. Algunos casi de membrete, como el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana; otros ligados parcialmente a un líder carismático, como el Partido Popular Socialista de Lombardo Toledano, o el Partido Demócrata Mexicano, "el del gallito", vinculado al sinarquismo ultramontano de Salvador Abascal. El común denominador de ésos y otros partidos fue su falta de solidez institucional. La excepción a la regla fue, desde luego, el Partido Acción Nacional, creado desde un principio con pautas democráticas, y destinado, no a conquistar el poder, sino a la paciente "brega de eternidades".

Los partidos de cuño revolucionario mexicano consideraban que el movimiento armado y la Constitución de 1917 representaban un...

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