Enfermedad y poder

AutorErnesto Villanueva

Primero. La regla general dispone que los expedientes médicos formen parte del núcleo duro de la vida privada de los seres humanos. Este punto de partida se halla presente en las distintas disposiciones en materia de protección de datos personales. Por supuesto, por definición los derechos no son absolutos. Deben ser armonizados con otros derechos y, en suma, con el interés público. El derecho de la comunidad a saber es una prerrogativa que ha ido creciendo en México. Hace tan sólo 17 años constituía una postura políticamente incorrecta cuestionar el sueldo del Presidente de la República. Sergio Aguayo realizó esa solicitud que le hizo mucho bien al país. Logró que la Suprema Corte de Justicia de la Nación ensanchara el alcance del derecho a la información adicionado al artículo sexto constitucional a instancias de Luis Javier Solana en 1977. (Solicitud 3/96. Petición del Presidente de los Estados Unidos Mexicanos para que la Suprema Corte de Justicia de la Nación ejerza la facultad prevista en el párrafo segundo del artículo 97 de la Constitución Federal.) Hoy en día, salvo contadas excepciones, los sueldos, bonos y prestaciones de los servidores públicos constituyen información que de oficio se pone a disposición de la comunidad.

Desde 1972 en Estados Unidos se ha vuelto una práctica común hacer pública la información sobre la salud de los candidatos, gobernantes y políticos y se cuenta, mejor todavía, con una estadística de datos duros alusivos a la salud de los presidentes de la república (Jonathan David-son y otros, "Mental Illness in U.S. Presi-dents Between 1776 and 1974: A Review of Biographical Sources", Journal of Nervous & Mental Disease, vol. 194, ejemplar 1, pp. 47-51, enero de 2006). Janlori Goldman y Elizabeth Ida Tossell formulan la siguiente pregunta: "¿Usted votaría por un candidato presidencial que sufra una enfermedad que lo debilite y pueda afectar el desempeño de sus funciones o incluso comprometer la conclusión de su periodo?" ("Presidential Health: Do We Have a Right to Know?", en http://www.ihealth-beat.org/perspectives/2004/presidential-health-do-we-have-a-right-to-know. aspx#ixzz22LkdPhBb).

En Europa, los doctores Pierre Rent-chnick y Pierre Accoce se dieron a la tarea de estudiar la salud de los gobernantes y su impacto en la sociedad. Por ejemplo afirman que el presidente Franklin D. Roosevelt padecía presión arterial alta lo que reducía su lucidez en las negociaciones territoriales en el marco de la Segunda...

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