El emparedado del Museo Tamayo

AutorBlanca González Rosas

El descubrimiento forzoso del espléndido mural-textil de Joseph Grau Garriga que se escondía -o resguardaba- tras una enorme pared en el Museo Internacional Rufino Tamayo, exige la revisión y reestructuración tanto de las políticas de exposición como de adquisición. Solicitado por Rufino Tamayo al catalán Grau Garriga antes de la inauguración del museo -mayo 1981-, el mural se concibió y realizó para un muro específico que el mismo Garriga seleccionó.

Elaborada en el sitio específico con el apoyo de la también artista en fibras Marta Palau, la espectacular pieza de 5.50 metros de altura por 13 metros de largo, sobresale por su potente y dramática fuerza expresiva. Configurada en dos planos en los que se confrontan hilos y cuerdas de henequén con fragmentos tejidos y entorchados en lana y algodón, la también denominada escultura blanda se significa a través de metáforas matéricas y cromáticas que se reducen al rojo, negro y algunos ocres y marrones. Diseñada temáticamente en relación con el Muralismo y la Revolución Mexicana, la instalación rebasa toda localidad percibiéndose como una obra que presenta la brutal homogeneidad de la violencia, represión y ensangrentamiento humano. De gran importancia en el contexto de los lenguajes expandidos del arte textil -conceptuales y tridimensionales- que se desarrollaron en las pasadas décadas de los años sesenta y setenta, Joseph Grau Garriga (1929 Barcelona, 2011...

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