Emma Coronel su vida con Joaquín Guzmán

AutorAnabel Hernández

El encuentro apenas duró 15 minutos. Después de tres días de espera, a mediados de enero Emma Coronel Aispuro logró que la dejaran entrar al penal El Altiplano para ver a su esposo, Joaquín Guzmán Loera, líder del Cártel de Sinaloa, recapturado el pasado 8 de enero. Al cubículo entraron hombres encapuchados quienes traían a El Chapo totalmente sometido y seguido por un perro. Él se sentó, pero los guardias se quedaron a escasos centímetros; ella podía sentir su respiración en la nuca y su mirada intimidante.

Durante los seis meses anteriores, mientras Guzmán era fugitivo, la pareja apenas había podido encontrarse dos veces. Ninguna en Navidad, como afirma la Procuraduría General de la República. En medio de la tribulación, Emma y el capo apenas pudieron hablar de lo elemental. Cómo se encontraban ella y las gemelas de cuatro años que procrearon; cómo estaba su madre, Consuelo Loera; y cómo estaba él. Por primera vez Guzmán Loera parecía estar acorralado. Sólo había algo que le pesara más que haber perdido la libertad: no poder ver a sus seres queridos.

"Si hubiera sabido que no iba a poder estar con todos los que quiero, no hago esto", murmuró. Emma pensó que se refería a haber escapado del Altiplano el 11 de julio de 2015, pero en realidad nunca hablaron específicamente de eso.

Pero si alguien sabe que "el hubiera no existe" es ella, quien a los 17 años, en un baile de pueblo en la región de La Angostura, Durango, se topó en medio de la pista con un hombre que era 35 años mayor que ella y que le sonrió. Emma bailaba con su novio; él, con otra joven. Tal vez por temor a ser rechazado, a través de una tercera persona la invitó esa noche a bailar y ella aceptó. No era nada especial, en realidad le hubiera dicho que sí a cualquiera, porque esa era la tradición para las jóvenes, incluso aunque tuvieran novio.

Después de ese encuentro fortuito Emma no terminó inmediatamente la relación con su novio y no volvió a ver a Guzmán Loera hasta meses después.

El pasado viernes 12 me reuní con Emma Coronel para hacerle una entrevista, la primera que da tras ocho años y medio de matrimonio con El Chapo. Durante más de dos horas, sin prisas, habló de su vida al lado de quien es señalado por el gobierno de Estados Unidos como el narcotraficante más poderoso del mundo. Aceptó, sin condiciones, la lluvia de preguntas de esta reportera.

Esta es la historia de Emma Coronel, según su propia versión y en sus propias palabras, contada por primera vez. A veces nerviosa, otras evasiva, poco a poco fue narrando el impacto en su vida de saberse casada con el criminal más buscado del mundo.

Una muchacha de California

Coronel tiene toda la estampa de una joven del norte de México: alta, de piel blanca como porcelana, grandes ojos marrón, cabello que le cae como cascada en la espalda y una silueta curveada sin exageración. De familia humilde, nació el 2 de julio de 1989 cerca de San Francisco, California. Exactamente en Santa Clara, como indica el acta de nacimiento obtenida por la reportera.

-¿Por qué nació ahí?

-Como que no fue nada planeado, fue de última hora. Mi mamá se pasó de "mojada", que en aquel tiempo era mucho más común, mucho más fácil; tocó que allá nací, ninguno de mis hermanos nació allá ni nada, no fue planeado ni lo decidieron. Fue ahora sí que de mera casualidad.

Al mes y con un acta de nacimiento que la acredita como ciudadana estadunidense regresó a Canelas, Durango, municipio enclavado en la zona de influencia de los cárteles de Sinaloa y de Guadalajara desde hacía décadas. Ahí las esperaban su padre, Inés Coronel, y su hermano mayor, Ornar. La familia se hizo más extensa cuando llegaron su hermana Claudia, y Edgar.

-¿De dónde es originaria su familia, su mamá y su papá?

-Del rancho cerquita de donde yo soy originaria, La Angostura, de ahí también son mis papas. Toda la vida han vivido ahí, yo también hasta los 18 años viví ahí.

-¿Cómo es ese lugar?

-Es un rancho común y corriente, como cualquier otro, son personas humildes...

-¿De qué vive la gente ahí?

-Pues mucha gente se va a trabajar a Culiacán, otras personas se han ido a Estados Unidos, sobreviven, sobreviven pero todo muy humildemente. A mí me gusta porque ahí viví toda mi niñez... ahí me crié con mis hermanos, con mis papas. Ahí no se ve nada de cosas extravagantes, de cosas que se ven en la ciudad que son...

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