El elefante en el salón
Autor | Sabina Berman |
Demasiado tiempo ha estado ahí y puesto que nadie se ha atrevido a sacarlo, con el tiempo se ha convertido un santo y seña de pertenencia al salón del Poder no mencionarlo. La última edición del absurdo sucede ahora, cuando se debate la reforma hacendaria y nadie mienta a la Corrupción.
A pesar de su volumen. La calificadora de negocios inglesa, Maplecroft ha colocado a México, junto a Venezuela, como el país más corrupto de América. Y a pesar de que los contribuyentes, desde fuera del salón, sí la perciben. La última encuesta de Transparencia Internacional encontró que 71% de los mexicanos consideran que la Corrupción ha aumentado este año.
El interés del gobierno en no mencionarla es evidente: La vía fácil de rellenar las arcas del erario es cobrar más a los contribuyentes cautivos, y ya está. El interés de la clase política, los señores que se pasean en el salón, es también evidente: son ellos los que tendrán acceso a esos nuevos dineros.
Pero las razones del silencio de los comentaristas públicos son más misteriosas. Acaso una solidaridad aspiracional con los políticos; o un hartazgo con el tema insoluble, la bestia lleva ahí desde el alba de la nación, incluso desde antes, en los tiempos coloniales, sin que se le expulse; o una hermosa aspiración de que México sea Suiza, donde se pueden aplicar pulcras teorías económicas en la discusión del porvenir; o todas las razones antedichas a un tiempo.
Y sin embargo, las opciones a elevar los impuestos de la clase media pasan todas por el manejo de la Corrupción. Incautar las fortunas mal habidas de los gobernantes y abatir el saqueo del erario entregaría la suma de 270 mil millones de pesos que el secretario de Hacienda busca agregar al presupuesto federal.
Y deshacer los mecanismos corruptos que permiten a 30 megaempresas nacionales (casi) no pagar impuestos, aumentaría en mucho más la recaudación. Un minucioso reportaje de la revista Emeequis en el año 2009 revela que son más de 2 billones de pesos anuales los impuestos que no pagan empresas como Femsa, Bimbo, Grupo Saba, Televisa, Liverpool, Cemex.
Sin contar que la objeción más sólida de los contribuyentes a pagar más impuestos es la certeza de que llenarán las arcas del erario para que los funcionarios luego las saqueen. No es pesimismo, es memoria: ¿Por qué habría este sexenio de ser distinto a los anteriores?; ¿por qué no habrá de arrojar en cinco años una nueva lista de saqueadores multimillonarios del erario? ¿Por qué, si este...
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