En los dominios de Eros

AutorSamuel Máynez Champion

Afrodita y la reina Cipria avivan el fuego que enloquece a los hombres por las mujeres, pero Eros desata la pasión de los hombres por los hombres.

La intensa devoción por el dios que los romanos convertirían en Cupido quedó manifiesta en la gran cantidad de estatuas que, en reveladora proporción, estuvieron ubicadas en las palestras o gimnasios, por ser los principales lugares de reunión entre los hombres y sus amantes. Asimismo, la pederastia fue una forma idealizada por el griego para dejar fluir su admiración por el cuerpo de los jóvenes atletas. De ese modo, el mito de Narciso se entrevera con las corrientes de pensamiento que se afirmarían en los siglos porvenir: el cuerpo del hombre, en la integridad de su estructura, debe alcanzar la perfección que le es propia, mientras que el de la mujer, por un desprecio y temor milenarios, está sujeto a las deformaciones de la maternidad y la ascosidad del menstruo.

Dejando los mitos de lado y soslayando los prejuicios y el escarnio que la homosexualidad ha despertado en la historia, hemos de preguntarnos qué tan extendida ha sido su huella en la música de concierto. Con unos cuantos ejemplos tendremos tela de donde cortar para hacer deducciones y llegar, cada quien desde su óptica y preferencia, a las conclusiones que le sean más satisfactorias. Hagamos acopio, pues, de la tradición cultural griega -incluida la bisexua-lidad- para presentar, sin resabios de morbo, a los siguientes personajes. Quedará implícito que no hay intención de desvelar intimidades que no sean del dominio público y que la consignación de algunos secretos resguardados por la oralidad tampoco pretenderá emitir condenas morales.

Preferible el arsénico

Durante largo tiempo la musicología soviética trató de ocultar la homosexualidad de Pio-tr Ilych Tchaikovsky (1840-1893) pues era, de acuerdo con la praxis de los zares, un delito que se castigaba con cinco años de reclusión en Si-beria, amén de conllevar un imborrable estigma. Por ende, el músico consentido por las multitudes había de presentarse como un ser con una personalidad conflictiva que había sobrellevado sus crisis volcándose en su labor creativa. El hecho de que hubiera contraído matrimonio con una mujer era una prueba que salvaguardaba su hombría de las malas lenguas, empero, en el epistolario y en los diarios del compositor -son recientes sus traducciones a otras lenguas y sus ediciones soviéticas estuvieron vetadas- están las claves para aseverar sus...

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