¡Disfrute su trabajo!

AutorCarlos Acosta Córdova

Me dejaron mudo su actitud y sus gritos. Yo simplemente reclamaba que los editores habían cortado párrafos importantes de mi nota.

Pero así era de explosivo. Radical en el elogio y en el reproche. Nunca medias tintas. O era uno muy chingón o muy pendejo, como él decía, en función de la nota publicada.

Un día de mayo de 1987 me mandó llamar a su oficina. Subí. Toqué la puerta. "No me chingue, don Carlos, por qué toca, si la puerta está abierta y además yo lo llamé". "Perdón, don Julio".

-Venga, siéntese aquí -me dijo, al tiempo que se levantaba y me cedía su silla.

Incrédulo y nerviosísimo me senté en el lugar del fundador y director general de Proceso. ¡Uf! Perplejo, lo escuché:

-Por ese reportaje usted podría estar allí (en la silla de director).

No entendí. Había ido a Monterrey a cubrir una asamblea de accionistas del Grupo Industrial Alfa, que durante décadas había sido el orgullo de la iniciativa privada nacional y en ese entonces iba a pique con todo y el apoyo financiero del gobierno de Miguel de la Madrid.

No había invitación para medios pero logré colarme. Con lo visto y oído en la asamblea, más la información de...

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