Los difíciles caminos del Consejo de Seguridad

AutorOlga Pellicer

Sin embargo, múltiples circunstancias en el ámbito externo e interno auguran dificultades para que la membresía en el CdS durante el periodo 2021-2022 pueda convertirse en un hecho relevante para la diplomacia mexicana.

En primer lugar será uno de los periodos más amenazantes de la historia contemporánea. La pandemia de co-vid-19 seguirá presente, acompañada de múltiples esfuerzos para contenerla, cuyos avances pueden ser notables pero desafortunadamente no inmediatos ni para todos; el control universal, si se logra, llevará tiempo. En segundo lugar, los efectos económicos del coronavirus son devastadores. Ya están presentes bajo forma de desempleo, pobreza y desigualdad en todo el mundo, en particular en los países de desarrollo intermedio de América Latina.

En otro orden de cosas, los efectos de la crisis que estamos viviendo se resienten de manera evidente en las actividades de las Naciones Unidas. Este año la Asamblea General, que normalmente inicia sus trabajos la tercera semana de septiembre, fue suspendida. Es la primera vez en sus 75 años de existencia que esto ocurre. Diversas circunstancias hacen pensar que no se trata de una decisión temporal que pronto puede ser revertida. Lo cierto es que la vida en el icónico edificio en las riberas del río Este de Manhattan no volverá a ser la misma.

La llegada de jefes de Estado y gobierno para el debate general que da inicio a la asamblea supone la movilización por vía aérea de cientos de personalidades; su acomodo en el atractivo recinto de la asamblea en asientos pegados uno al otro; la aglomeración de periodistas que cubren el evento; la actividad de intérpretes que hacen posible la comunicación inmediata en los seis idiomas oficiales de Naciones Unidas.

Pensar que eventos similares pueden repetirse en el futuro próximo es ilusorio. El rápido cambio hacia las reuniones virtuales, a que nos estamos acostumbrando con inusitada rapidez, obliga a imaginar nuevas formas de trabajo. Creo que técnicamente son posibles; pero hay mucho trecho por recorrer antes de lograr acuerdos entre los 193 miembros de la ONU respecto a cuáles deben ser los métodos de trabajo más adecuados en sus diversos órganos incluido, desde luego, el CdS.

Los problemas logísticos son sólo una parte del problema. Las actividades del CdS, al igual que las de los diversos organismos multilaterales que existen, tendrán lugar en un ambiente intenso de repercusiones inesperadas. Estamos ante relaciones de poder internacionales...

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