Diálogo con olor a sangre

AutorJohn M. Ackerman

La solidaridad nacional e internacional incluso se ha generalizado más rápidamente que después de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa el 26 de septiembre de 2014.

Lo que ocurrió en Nochixtlán no fue un “choque” o un “enfrentamiento” entre dos grupos en conflicto, maestros y policías, sino un ataque premeditado y ejecutado a sangre fría por hombres encapuchados, fuertemente armados, al servicio de un gobierno despótico y corrupto. Las víctimas fueron maestros y ciudadanos de una zona con fuerte presencia indígena que defendían, con lápices, cuadernos y palos sus derechos laborales, su cultura y su tierra.

Ni un policía recibió un solo impacto de bala, por la sencilla razón de que ninguno de los manifestantes estaba armado. Tampoco hay evidencia alguna de que la Policía Federal hubiera sufrido una “emboscada” de parte de algún grupo violento ajeno al movimiento magistral. El pueblo mexicano ya no se deja engañar tan fácilmente por las “verdades históricas” del poder. Ya fluye suficiente información vía internet y redes sociales para poder desmentir, casi de inmediato, las manipulaciones de Televisa, Letras Libres y ¡Hola!

De acuerdo con testimonios recogidos por Arturo Cano, de La Jornada, fueron los mismos policías vestidos de civil quienes habrían incendiado los camiones y automóviles del bloqueo con el fin de generar un caos que pudiera “justificar” la utilización de fuerza letal contra los manifestantes.

Los policías también dispararon una gran cantidad de gases lacrimógenos, de fabricación estadunidense, desde sus barricadas y sus helicópteros.

Los médicos en la comunidad de Hacienda Blanca tuvieron que suspender la atención a los heridos y desalojar su centro de salud para evitar ahogarse en la nube de gas tóxico. Los policías también detuvieron arbitrariamente a docenas de pobladores de la zona que no tenían relación alguna con el conflicto, incluyendo un amplio grupo de personas que estaba participando en un funeral en el panteón municipal, cerca del operativo.

El hecho de que la mayor parte de las víctimas del ataque no hayan sido maestros sino personas de la comunidad solidarias con la causa magisterial, demuestra la profundidad de la batalla civilizatoria en que se encuentra inmersa la nación. La lucha contra la reforma educativa cada día se convierte más en una batalla de todo el pueblo mexicano en defensa de la patria, la historia y la dignidad.

Es entonces plausible que el diálogo no sea con el secretario de...

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