Nuevo diálogo de los libros. Julio Torri entre la brevedad y la completud

-Tú eres un enemigo militante de las obras completas ("odiosamente completas", decía Nervo, su futura víctima). Yo no. Me parece importante recopilar todo el trabajo de un autor. Estoy muy agradecido a Zaïtzeff.

-Yo también. ¿Quién no? Lo que ha hecho por Torri y por tantos otros escritores de su época es impagable. Sin él habría una laguna inmensa en el conocimiento de nuestra literatura. Todo eso está muy bien. El problema es Torri.

-No entiendo por qué.

-¿Qué es una "obra"? ¿Todo lo que escribió una persona o nada más lo que quiso publicar?

-La paradoja es que si eres sobrio y austero y te niegas a multiplicar al infinito la incontenible proliferación de los libros (y todavía dicen que se están acabando), cuando te mueres acumulan en tu sepulcro hasta la última brizna que escribiste. En cambio, si eres fecundo y dejas ochenta títulos, a la vuelta de unos años quedarán reducidos a tres o cuatro. Es decir, no hay salida: o te alfonsoreyan o te juliotorrizan.

-Hace veinte años hablabas de ellos en términos del ahue-huete y el bonsai. Ambos me parecen indispensables.

-Tal vez pero ahora el ahuehuete, que es hermoso, produce oxígeno y atrae la indispensable lluvia, tiene todas las de perder. Privado del ambiente lacustre en que nació, el llamado Ciprés de Moctezuma sigue el destino del tlatoani que le dio nombre y lo cultivó en Chapultepec. Muy bello y muy antiguo, sí, pero se está secando y estorba el paso a la anticuada modernidad. Vamos a talarlo para dejar paso a los vehículos. Un ahuehuete es un obstáculo a la vialidad y a los condominios y además no deja ganancias a los gobernantes ni a las constructoras.

-¿Qué vas a hacer? No puedes trasplantarlo y meterlo en la sala de tu casa. El bonsai, en cambio, se ve muy bien como centro de mesa e ilumina hasta el más diminuto apartamento.

-En ese lugar no hay sitio para las Obras completas de Alfonso Reyes.

-Entonces haces una antología de 200 páginas. El inabarcable Reyes queda reducido al "mínimo y dulce" Julio Torri.

-Bueno, puedes informatizarlo.

-Eso pensé hace muchos años. No me resultó. Tengo los disquets. Imposible leer tantos libros en pantalla.

-Parece que el destino de todas las innovaciones al respecto es el que asignaba Umberto Eco a la fotocopia: uno las acumula para no leerlas nunca. Piensa en todo el papel gastado en impresiones de computadora, reservadas para un momento de lectura que no llega nunca.

-¿Qué hacer?

-No lo sé. Ojalá lo supiera. Por lo pronto, la victoria es total...

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