Después de Uvalde, 20 tiroteos más

AutorWendy Selene Pérez

HOUSTON, TEXAS.- Jo Esmeralda Ledezma, de 18 años, llegó al mediodía del 27 de mayo frente al Centro de Convenciones George R. Brown, en Houston, para protestar por primera vez en su vida en una manifestación multitudinaria. Se paró sola bajo la sombra de un árbol, sin una pancarta, vestida con una ligera blusa de tirantes amarillos y un short de mezclilla en un día sofocante de más de 37 grados.

"Es ridículo lo que está pasando en este país, las escuelas deberían de ser el lugar donde los niños estén más seguros y protegidos", dijo Ledezma, con gesto serio, a Proceso, apenas si se podía escuchar su voz en medio de los gritos de una multitud enojada y triste por la reciente masacre de 19 niños y dos maestras en la Robb Elementary de Uvalde, una localidad de 16 mil habitantes en el sur de Texas, a menos de dos horas desde Piedras Negras, Coahuila.

En Uvalde el agresor pudo comprar fácilmente un arma AR-15 justo después de cumplir 18 años; además almacenó mil 657 cartuchos, disparó contra su abuela y se atrincheró en una escuela primaria.

Una nación acostumbrada a las armas quedó enlutada, esta vez eran niños, nuevamente ocurría algo similar a la masacre de Sandy Hook, de 2012. Eran pequeños con grandes sueños a largo plazo y unas vacaciones de verano por comenzar en dos días.

Abuelas con sombreros, agrupaciones de mujeres, jóvenes, niñas y niños con pancartas tan grandes como sus cuerpos se movilizaron hacia el centro de Houston para plantarle cara a los integrantes de la Asociación Nacional del Rifle (NRA) y a los políticos que se reunieron por tres días para mostrar, comprar y defender las armas.

Maestras cargando carriolas con bebés, activistas del Black Lives Matter y posibles votantes en la elección de noviembre para gobernador de Texas se concentraron para exigir una mayor regulación en la venta y portación de armas.

"Greg Abbott, shame on you! Ted Cruz, shame on you!", corearon una y otra vez los manifestantes sobre la avenida de las Américas que ese viernes se convirtió en una metáfora del país.

De un lado de la calle estaban los in-conformes, los que quieren que cambien las leyes que hacen posible que un chico de 18 años compre un potente rifle, pero no una cerveza; del otro, una pequeña parte de los 5 millones de miembros que dice tener la NRA, la mayoría hombres rubios desafiantes que cruzaban hacia el estacionamiento entre groserías y abucheos.

Quienes protestaron estaban molestos también por la inacción de la policía de Uvalde. Mientras las víctimas eran heridas y ejecutadas, los policías se quedaron 78 minutos inmóviles, fuera del aula donde una niña llamó cinco veces al 911 pidiendo auxilio. Un médico le dijo a un reportero de televisión en días posteriores que el efecto de una AR-15 era como si les estallara una bomba en el...

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