Después de Iguala, nada será igual

AutorJenaro Villamil

"En el país estamos en una encrucijada a raíz de Iguala: la divi- sión de las izquierdas allana el camino para una salida autoritaria, conservadora, pero también obliga a replantear una salida más allá de los partidos. El PRD pasó de ser víctima a victimario, por su involucramiento con el crimen organizado", sentencia Alejandro Encinas, senador por el Estado de México, dos veces candidato a gobernador por esta entidad, exjefe del gobierno capitalino en 2006, aspirante a la dirigencia nacional en 2008 del partido al cual ayudó a fundar, pero del que ahora se retira, ante "la imposibilidad de confrontar a las corrientes políticas que se convirtieron en grupos de interés".

No hay optimismo en el semblante de Encinas, quien tiene esperanzas de involucrarse "en el espectro de esa izquierda desencantada con los partidos, incluso con sectores que antes estuvieron cerca del PAN".

En un año perdió más de 20 kilos, se ganó el respeto de todas las bancadas del Senado que lo perfilaron incluso como posible presidente de la Mesa Directiva, pero los acontecimientos de Iguala del 26 y 27 de septiembre pasados le pesan. Lo cimbraron. Y lo llevaron a acelerar una decisión que meditó con sus colaboradores en los últimos cuatro meses.

"El país es otro después de Iguala. Los hechos demuestran el nivel de penetración de la delincuencia organizada en los tres niveles de gobierno y en los tres poderes de la Unión... Este nivel de penetración ya alcanzó al PRD. Después de Iguala nada puede ser igual y esto implica hacer un replanteamiento más allá de las izquierdas, del conjunto del Estado y, al mismo tiempo, del reforzamiento de los mecanismos de participación de los ciudadanos", reflexiona a lo largo de la entrevista con Proceso el jueves 22, un día después de anunciar su retiro del PRD.

-Del PRD se han ido sus dos candidatos presidenciales, sus cinco exjefes de Gobierno, ¿qué significa eso?

-El agotamiento de un modelo partidario que disolvió cualquier posibilidad de democracia interna y que fue cooptado por las corrientes políticas que se convirtieron en grupos de interés. Hoy el PRD está conducido por una coalición de corrientes y de grupos de interés, cuya identidad es el control del aparato, de las candidaturas y de los cargos de gobierno. Se reparten proporcionalmente hasta los metros cuadrados de las oficinas del partido y eso ha ido exacerbando las diferencias políticas internas, minando la autonomía del partido, su credibilidad ante la sociedad y llegando al extremo con Iguala, donde el proceso de degradación de las instituciones públicas lo alcanzó.

"Creo que hay un agotamiento del PRD y del conjunto del sistema de partidos. No representan los intereses de...

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