Crisis, descomposición y neo-oligarquización del sistema político en América Latina

AutorEduardo Ruiz Contardo
CargoInvestigador Titular y Coordinador del Área de Análisis Político del Centro de Estudios Lati-noamericanos de la Facultad de Ciencias Polí-ticas y Sociales de la UNAM
Páginas69-87

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    Las siguientes líneas constituyen un avance sintético de procesos de investigación seguidos por el autor en los últimos años. Anotamos que jamás se ha contado con apoyos suplementarios de CONACYT ni de la UNAM.
I La ineptitud y lo acomodaticio en las ciencias sociales

Es sorprendente la dificultad de las ciencias sociales latinoamericanas para interpretar y explicar los síntomas de crisis políticas y económicas que aparecen en América Latina con reiteración con- Page 70 firmada. Me refiero a las manifestaciones de crisis más o menos integrales, y nada menos que entre esos casos se encuentran los países más grandes de la región. Pueden señalarse dos causas entrelazadas de esa dificultad interpretativa: a) el abandono de cuerpos teóricos que asumen las contradicciones, confrontaciones y crisis, y b) su reemplazo por las mitologías que la ideologización de moda ha impuesto. De hecho, es el resultado de una desvirtuación científica en amplios sectores de cultores de las ciencias sociales que durante casi veinte años ha logrado una suerte de irradiación contaminante en buena parte de la antigua ciencia social crítica. Un mundo latinoamericano de alta conflictividad se soslaya con un inconfeso pragmatismo que redunda en una franca decadencia científica: por una parte, se disminuye el horizonte de la búsqueda causal para no caer en compromisos incómodos; por otra, la perspectiva de una ciencia del hombre se rebaja a la técnica de pensar y explicar sólo "lo posible", perdiendo todo sentido proyectivo, de proceso futuro, que la ciencia social debe incluir como uno de sus objetivos. Este pragmatismo es una modalidad rayana en un oportunismo intelectual. La influencia que ejerce es mayor de lo esperable, lo que indica una gran debilidad ideológico-teórica en los supuestos contingentes científicos "críticos" de la víspera.

Sin embargo, los efectos más siniestros de estas posturas se deben a la complicidad intelectual -voluntaria o de ciega ignorancia- con la ofensiva reaccionaria que desde fines de los 60 y comienzos de los 70 busca liquidar un avance político histórico de las mayorías latinoamericanas. Es el producto de la gestión imperial y conservadora para abortar el avance de una identidad común de "explotados y sometidos" al que habían arribado nuestros pueblos, sustento de su perspectiva liberadora. En otras palabras, se ha combatido la existencia de una identidad regional de "tercermunismo en lucha"reconocible en los niveles de desarrollo político alcanzados en los 60 y 70 en Argentina, Uruguay, Chile, Perú, Bolivia, Ecuador, Panamá, Honduras, Guatemala, México, Cuba, República Dominicana, Nicaragua, Granada, Jamaica, a lo menos, que convergieron regionalmente con la especificidad de cada proceso.

Las crisis y los condicionamientos ideológicos actuales son la continuación de esta ofensiva reaccionaria iniciada hace dos décadas.

II Un somero recorrido por América Latina

Valga repasar suscintamente el contexto crítico regional ante el cual las ciencias sociales no logran explicaciones serias; veamos sólo a modo de ilustración algunos ejemplos.

En el caso de Brasil, un presidente es obligado a renunciar acusado de corrupción y malos manejos financieros; recordemos además que Collor de Melo fue un "líder superimpuesto" Page 71 (inventado) por la burguesía brasileña y sus medios de comunicación de masas (O Globo) que rescataron a un "junior" político para detener al líder obrero Luis Ignacio "Lula" da Silva, candidato presidencial por el Partido Trabalhista. Un ejemplo del resultado de esa gestión es el Estado de Rio de Janeiro que es base de aprovisionamiento de narcóticos para 23 países: 300 organizaciones que manejan el negocio, en 1994 emplearon a 12 mil "civiles" y aproximadamente a 4 mil hombres armados, contaminando además al 60% del aparato policial. Por otra parte, en ese mismo período en el Parlamento se aprueba el gasto para una planta hidroeléctrica fantasma que nunca existió; asimismo, los parlamentarios se "rentan" a distintos partidos por 100 o 200 mil dólares para permitir que cumplan con el requisito legal de contar con un mínimo de 15 parlamentarios para inscribir candidaturas. En un experimento de los dominantes para consolidar el freno a los sectores populares, se busca un candidato más carismático y capaz de unir a las fracciones dominantes como Fernando H. Cardoso, quien se declara socialdemócrata aunque más bien es un neoliberal absoluto con rasgos "compensatorios" neo-populistas. En su campaña electoral se apela al recurso demagógico de controlar la hiperinflación a cualquier precio; así y todo, en un país de voto obligatorio sólo el 21% de los brasileños escoge a su nuevo presidente.

Otro ejemplo es Venezuela, en que la renuncia y enjuiciamiento de un presidente se acompaña por la más profunda crisis económica, con un 60% de pobreza habiendo tenido a la vez los indicadores económicos más altos de América Latina. Los partidos más importantes deben asociarse para salvar al sistema, con un precario control de las fuerzas armadas y en un marco de grandes convulsiones sociales, descrédito y crisis económica.

En Guatemala, donde un presidente intenta un autogolpe para afirmarse y debe retirarse del cargo y del país, surge un presidente de compromiso sin perspectiva realmente democrática, lo que permite la recomposición de las fuerzas más reaccionarias entre los militares y terratenientes.

Por su parte en Perú se elige un presidente desconocido al carecerse de otra opción, quien debe gobernar con las fuerzas armadas, explotándose los rasgos conservadores y autoritarios de un pueblo desengañado.

En República Dominicana el fraude electoral es tan extenso que obliga a un acuerdo de transición.

No puede quedar fuera de la lista el derrocamiento de un presidente legítimo en Haití en cuanto intenta cumplir un programa popular. O la mantención de uno de los peores dictadores, a cargo de las fuerzas armadas, en un país de recuperación democrática como Chile. Asimismo, la invasión por parte de Estados Unidos a Panamá -y antes a Granada- con la más absoluta complicidad de los dominantes de la región, así como la guerra contrarrevolucionaria imperialista en Nicaragua y sus devastadores efectos. Page 72

El caso de Argentina merece una consideración especial: con el más alto nivel de cesantía de su historia siendo el país de la más alta potencialidad de la región, hace -como decía Raúl Prebisch- los mayores esfuerzos por ser subdesarrollado, y reelige ai presidente que comanda la empresa más destructora y entreguista en su historia superando con creces a la vieja oligarquía vacuna criolla.

En Uruguay, después de la última elección asume como presidente el candidato que está en segundo lugar en la votación, de acuerdo con la ley. En Colombia se culpa al actual presidente de haber recibido aportes de los narcotraficantes para el fínanciamiento de su campaña electoral.

La lista puede seguir nutriéndose a partir de las descomposiciones que genera el narcotráfico, en particular en sus vinculaciones con políticos oficiales, con las estructuras policiales y las fuerzas armadas, dando origen a secuestros, asesinatos, financiamientos electorales, etc. Todo lo cual se subsume en la importancia económica de la droga, que para varios países es su primer ingreso de divisas y prácticamente para toda la banca regional privada es fuente esencial de sus negocios financieros. Este cuadro se da con más de un 50% de la población bajo los límites de la pobreza, porcentaje que tiende a incrementarse.

En síntesis, América Latina representa una suma de aconteceres que si al observador común no le resulta un conjunto anecdótico, menos debería serlo para las ciencias sociales cuya responsabilidad es asumir los hilos conductores que definen una tendencia altamente incierta.

III México: un trágico laboratorio

México exhibe la crisis más integral y completa. Debe reconocerse que sus rasgos de descomposición económica y política se ponen de manifiesto por la ruptura de un débil y precario equilibrio financiero.

México constituye un laboratorio ejemplar para América Latina, para proyectarnos hacia ella, siempre y cuando seamos capaces de explicar los elementos perversos de la construcción de su sistema político y la gestación de su economía, explicación que hasta el presente ha sido gravemente insuficiente incluso desde los análisis más críticos.1 Hay que considerar que los Page 73 intentos analíticos más honestos deben confrontar una trama social, ideológica y cultural impuesta por más de 70 años, que genera conformismos y oculta realidades y gravedades.

México construye su sistema político posterior a la Revolución resolviendo su unidad en el mismo modo en que se ha hecho en otras sociedades complejas y de amplias masas: con mucha violencia, pero además, con mecanismos generosos de cooptación. Sabemos que en general en América Latina las estructuras políticas y económicas que surgen de las luchas antioligárquicas se constituyen generando canales de ascensos masivos en lo social, cultural y económico, y naturalmente políticos.

Pero en México la participación en el sistema y sobre todo en la estructura gubernamental a cualquier nivel, permite, más que un ascenso, un franco enriquecimiento. El uso patrimonial del servicio público cunde en América Latina, pero tiene en México magnitudes superiores. El uso de los fondos públicos a todo nivel y área de la actividad nacional está concebido como mecanismo de cooptación-compra de contingentes de apoyo, y la fidelidad de éstos se contamina con una constante expectativa de usufructo, a cualquier nivel, lo que todavía concita apoyos. Esto se manifiesta por un lado en los altos ingresos de la...

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