Derrame de mercurio sigue matando a campesinos 20 años después

AutorLeonardo Boix

LONDRES.- El 1 de junio de 2000 un camión cisterna de la empresa Ransa S.A., subcontratista de la multimillonaria Minera Yanacocha S.R.L., derramó al menos 151 kilos de mercurio en el pueblo peruano de Choropampa, a 61 kilómetros de Cajamarca, causando graves trastornos de salud en más de un millar de personas, la mayoría niños.

A 20 años de esa catástrofe ambiental, una de las peores en la historia de Perú, cientos de campesinos siguen padeciendo las consecuencias del accidente en su salud, de acuerdo con una investigación del diario británico The Guardian, dada a conocer el jueves 2.

El transporte comercial en cuestión viajaba hacia Lima desde la mina de oro de Yanacocha en Cajamarca, la más grande de América Latina.

El mercurio se extendió aproximadamente por 27 kilómetros de carretera, desde el distrito de San Juan, cruzando por el centro poblado menor de San Sebastián de Choropampa, con consecuencias devastadoras para la población local, según el reporte del rotativo y de la Fundación Bill y Melinda Gates.

Una semana después del incidente, y ante los efectos nocivos del mercurio, centenares de personas empezaron a ingresar a diversos centros de salud de Ca-jamarca con síntomas similares: ronchas en la piel, malestar del cuerpo, náuseas, vómitos y diarreas.

Al menos 755 personas, incluidos niños y embarazadas, fueron atendidas por intoxicación, requiriéndose la hospitalización de muchos de ellos por la manipulación o recolección del mercurio sin las condiciones de seguridad.

Esas personas tenían en su orina niveles de mercurio cinco veces superiores a los permitidos por la OMS.

Desde entonces, la población sigue reportando la existencia de temblor corporal, insomnio, irritabilidad del carácter, pérdida de memoria, fuertes dolores articulares, sarpullido intermitente, epistaxis o hemorragia nasal, desmayos intempestivos, aparición de casos de ceguera e intensos dolores renales, detalla el diario.

Una de las afectadas fue Francisca Guarniz Imelda, quien recogió con sus manos ese metal, creyendo que tenía poderes sanadores. La mujer llevó el mercurio en una botella plástica a su humilde casa de adobe en Choropampa, y lo dejó al lado de su cama. Con el calor, parte de ese metal tóxico se evaporó, contaminando las paredes y el techo de la vivienda.

"En un principio creíamos que ese metal tenía valor. El líquido brillaba y los niños inmediatamente comenzaron a recogerlo con las manos", contó Guarniz a The Guardian, al indicar que sólo cinco...

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