Derecho, justicia y ley en El Quijote

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DISCURSO DEL PROF. DR. D. FRANCISCO PUY MUÑOZ EN LA COLACIÓN DEL GRADO DE PROFESOR HONORIS CAUSA EN DERECHO POR LA UNIVERSIDAD BELGRANO DE BUENOS AIRES

BUENOS AIRES, 11 DE ABRIL DE 2005, A LAS 11 HORAS

Excelentísimo Señor Presidente de la Universidad de Belgrano. Excelentísimo Claustro Pleno de la misma Universidad.

Ilustrísima Señora Decana de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales.

Señoras y Señores Profesores.

Señoras y Señores Alumnos:

1. Agradecimientos y compromisos

El cumplimiento de un grato deber de cortesía me autoriza a robar unos minutos al tiempo de la lección magistral que debo pronunciar, y dedicarlos a poner de manifiesto algunos agradecimientos y compromisos.

El honor que recibo no se funda tanto en mis méritos, cuanto en la magnanimidad del señor presidente de la Universidad de Belgrano, doctor don Avelino PORTO. Su capacidad de iniciativa, gestión y organización es proverbial y consta en notables instituciones como son la Academia Nacional de Educación, la Academia Europea de Ciencias y Artes, la Asociación Internacional de Universidades, Page 406 el Programa Columbus, la Red Latinoamericana de Cooperación Universitaria, la Unión de Universidades de América Latina, la Fundación Ser y Pertenecer, y ante todas y sobre todas la Universidad de Belgrano que hoy me acoge en su claustro. Todos los docentes hispanoamericanos tenemos contraída una gran deuda de gratitud con el doctor PORTO por su obra educativa admirable. Mi deuda personal aún es mayor, por la cualidad de Profesor Honoris Causa que me confirió con fecha de 21 de octubre de 2004, y que felizmente se materializa hoy en este acto.

Debo expresar también mi gratitud al claustro docente de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales que me recibe benignamente en su seno. Por tanto ruego a su decana, la doctora Astrid GÓMEZ que les haga llegar a todos los miembros del mismo mi cordial saludo de presentación.

También debo expresar mi reconocimiento y gratitud a quienes asisten a esta sesión académica, así argentinos como españoles. Y especialmente, de estos últimos, al señor Vicerrector de Tercer Ciclo y Postgrado de la Universidad de Santiago de Compostela, que trae la representación de nuestro Rector; y a la señora Decana de la Facultad de Derecho de Santiago.

Agradezco a todas las personas que han participado en la organización de este acto académico, o que han realizado gestiones, o han tomado decisiones en mi favor, con ocasión de la concesión de este honor, el trabajo que se han tomado por mi causa. Muchas gracias a todos.

Más no debo referirme en este preámbulo sólo a sentimientos, sino que también debo aludir a los compromisos que contraigo.

Mi primer compromiso como Profesor Honoris Causa de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Belgrano tiene relación con el nombre de don Manuel BELGRANO, que identifica a esta institución académica. El gran prócer argentino fue una personalidad polifacética en la que brillaron diversas virtudes a imitar. Las que motivan más mi propia adhesión son tres vocaciones: la vocación pedagógica, que le movió a fundar u organizar importantes centros educativos; la vocación jurídica, que le condujo a dotar a su patria de las instituciones jurídico-políticas de que carecía en el momento fundacional; y la vocación ética que le incitó a dar ejemplo de dirigente honesto, probo y austero. Prometo mi contribución a expandir entre la juventud esas virtudes con la doctrina y con el ejemplo, hasta donde lo permitan mis fuerzas.

Prometo igualmente lealtad a los principios institucionales de la Universidad de Belgrano. Me identifico principalmente con los tres primeros que enumera su ideario, y que son el de autonomía, el de pluralismo, y el de ecumenismo. Así es y así tiene que ser una auténtica institución universitaria: gobernante de su propio destino espiritual, acogedora de todas las escuelas de pensamiento, y abierta a todos los problemas que plantea el ecúmeno.

Y me comprometo en fin, a concordar con vosotros mis nuevos colegas. Me siento muy honrado por pertenecer a una Universidad tan selecta y prestigiosa. Como toda mi vida académica ha transcurrido en dos universidades cinco Page 407 veces centenarias y públicas, la de Granada y la de Santiago de Compostela, me ilusiona y estimula la compañía de profesores pertenecientes a una Universidad joven y privada. Pongo mi experiencia a vuestra disposición, a la vez que os ruego me comuniquéis alguna parte de vuestra energía.

Y una vez cumplido el deber de agradecer y saludar a los presentes, paso a pronunciar la lección preceptiva que va a tratar de El Derecho en El Quijote.

2. El cuarto centenario del Quijote

El Ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, compuesto por Miguel de Cervantes Saavedra fue impreso por primera vez el año 1605, con privilegio, en Madrid, por Juan de la Cuesta. La portada del libro informaba además de estar dedicado al Duque de Béjar, y de ser vendido en casa de Francisco de Robles, librero del Rey nuestro señor. La bonita empresa barroca que hermosea el centro de la página representa un halcón y un león dentro de un medallón, rodeado por la leyenda latina spero lucem post tenebras, "espero la luz después de las tinieblas". Lema premonitorio del éxito que aguardaba a la obra que le permitió a su autor saborear en vida el siempre apetecido aplauso universal.1

Estamos en 2005 y por tanto en el año en que se cumple el cuarto centenario. Todo el mundo castellano parlante está conmemorando o preparando actos conmemorativos del mismo. Y ése es el motivo por el que les invito a ustedes a participar hoy en éste que sólo es uno más, y el más modesto de todos. Pero por modesto que sea, que lo es en función del orador, aunque no en razón de la institución que le presta su tribuna, no deja de simbolizar una idea grande: la voluntad de España y Argentina por mantener lazos de amistad que propicien la cooperación, comenzando por ese lazo tan especial que es el idioma. Acéptese pues este discurso como un homenaje hispano argentino a don Miguel de CERVANTES con ocasión del cuarto centenario de la publicación del Quijote, agradeciéndole el haber compuesto una de las obras en que la lengua española escaló las altas cumbres de la expresión literaria.

Mi homenaje va a consistir en una reflexión sobre el Derecho en el Quijote. Se trata de dibujar la imagen del Derecho que tenía CERVANTES y que dejó traslucir en su obra cimera. ¿Qué era el Derecho para CERVANTES? ¿Cómo lo valoraba? ¿Cómo creía que debíamos comportarnos respecto de las Page 408 leyes, los jueces, los profesores o las instituciones jurídicas? Esas son las cuestiones que trataré de contestar, procurando oír al propio autor.

Mas ¿por qué hacerle esas preguntas jurídicas precisamente a un libro que no es la obra de un jurista? Pues por tres razones.

La primera de ellas es porque El Quijote es, más allá de su género literario concreto, y debatido, una visión del mundo y de la vida. En esa visión del mundo y de la vida, el derecho, la justicia y la ley tienen un protagonismo reconocido. Este libro es un canto absoluto a la justicia, es decir, a la idea de que hay que estar siempre con el débil y el oprimido, aunque parezca que no tienen razón, porque la vida sólo vale la pena si se vive en libertad, y se usa esa libertad defendiendo los derechos del débil frente al poderoso.

La segunda razón por la que conviene preguntarle al Quijote por su imagen del Derecho, es porque no nos ofrece a los iberoamericanos una cualquiera de las posibles imágenes universales del derecho; sino que nos aporta una que podemos considerar nuestra genuina, creación nuestra original, expresada con los caracteres propios del siglo XVII, que fue la época en que el genio jurídico y político hispano estaba en su apogeo.

Y la tercera razón por la que juzgo pertinente rememorar la imagen cervantina del Derecho es porque ella constituye un paradigma señero de la comprensión hispana del Derecho en todos los tiempos subsiguientes, debido a la influencia que este libro ha ejercido sobre ellos. Quien lee El Quijote, dice Andrés TRAPIELLO, lo incorpora a su manera de entender la vida. Ahora bien, El Quijote es, desde que apareció, un libro de lectura obligada para el pueblo y para las elites. Ya sé que existe el tópico negativo que dice que estos libros no los lee nadie, o muy poca gente. No se debe tomar eso al pie de la letra. Es sólo una manera rara que tenemos los admiradores del Quijote de reprochar a los demás que no lo sean, y de incitarlos a la lectura.

La verdad es que El Quijote se lee, y se lee de muchas maneras. Se lee en la escultura, en la pintura, en el grabado, en el medallero, en la decoración, en la ilustración, en la poesía, en el ensayo, en el teatro, en el cine, en la televisión, en la red, en la música sinfónica y vocal, en la ópera... Pero sobre todo se lee el libro en su letra propia. Y esos lectores, como dice Francisco Rico, han sido siempre los grandes pensadores, los grandes escritores, los grandes políticos. O sea, las elites. Y ha de tenerse en cuenta que esa lectura permea la imagen de la intelección hispana del Derecho, no sólo para nosotros españoles, sino también para la flor de la cultura global, que nos entiende a través de ese mediador. Pues don Quijote no sólo sobrepasó las fronteras del lugar de la Mancha del nombre no recordado, y las de España, sino también las de Europa y América, alargando su sombra identificativa de lo hispano por África, Asia, y Oceanía.

Lo que acabo de decir no demuestra, porque en la Jurisprudencia no hay demostraciones, pero sí prueba que la Historia de la Filosofía del Derecho hispana tiene que ocuparse de CERVANTES y de su Qui...

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