Derecho a la Ciudad de México

AutorMtro. Álvaro Luna Pacheco
CargoMaestro en derecho y catedrático de la UNAM, socio fundador de Olppaemi Abogados S. C.
Páginas66-67

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Para nadie resultaría una sorpresa, si yo afirmara que la Ciudad de México es hoy, una mezcla de culturas, costumbres, niveles económicos y sociales de la más diversa índole. Pero sobre todo, una entidad (porque ahora es una entidad) que se encuentra asentada en un territorio que ya le resulta insuficiente para el tamaño de su población, y más aún para el conglomerado de carencias educativas y de civilidad que presenta.

Todos lo observamos al salir de nuestra casa, al circular por las principales vialidades, al tomar el transporte público, al pretender salir por las noches. También al encender la radio o el televisor en cualquiera de sus espacios noticiosos: el combate a la inseguridad, al tráfico de drogas, la corrupción, la impunidad, son temas que a todos nos preocupan y han sido parte de las conversaciones del día a día o en los grupos de nuestras vidas públicas, en el hogar, con nuestros hijos, esposas y esposos, o selectos grupos privados basados en el afecto. Una Ciudad que ha tenido en sus recientes gobiernos, polarizados por la política nacional, acciones valientes e impopulares, pero representativas de quienes aspiran a denominarse demócratas. Decisiones como la legalización del aborto, el establecimiento de las sociedades de convivencia y el matrimonio igualitario, la iniciativa de desindexación del salario, la construcción de carreteras en segundos pisos, vialidades conurbadas a base de expropiaciones, etc. son algunos ejemplos de que, en ocasiones, los actos de la administración pública, deben ser prioridad frente a la popularidad del gobernante.

Desde luego que la desigualdad en las diferentes “regiones”, “Delegaciones” o “Colonias” es marcada y persistente. La distribución de las riquezas en la ciudad es inequitativa, y también lo es el presupuesto, de ello no hay duda. Sea por la inadecuada administración central, por la asignación presupuestal o por la corrupción que subsiste en las aún denominadas delegaciones, padecemos el mal estado de las calles, banquetas, luminarias, áreas verdes, etc.

La delincuencia sigue presente y la atención de las autoridades deficiente. Creer que la generación de una Constitución para la Ciudad de México será la solución a estos problemas, es esperar al lautista de Hamelin que habrá de llevar tras de sí todas estas calamidades que día con día nos acechan. J. J. Rousseau exponía en el Contrato social que un estado fuerte no depende para serlo de su gran tamaño territorial o población...

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