Sobre "El derecho de armarse"

AutorJuan José Llanes Gil del Ángel

La lectura(1) del más reciente libro de Ernesto Villanueva amerita que hagamos una precisión respecto de la obra: El derecho de armarse (Ediciones Proceso) no propone el uso de armas de fuego, no sugiere que arreglemos nuestras diferencias a balazos ni hace una apología de la violencia. Es un estudio serio, jurídico en primer término, además de histórico y sociológico, con sólidas bases estadísticas y documentales, en relación con el derecho (constitucionalmente perpetuado) de poseer y/o portar armas.

El doctor Villanueva, en primer lugar, coloca en la debida perspectiva el tema: se trata de algo que está en la Constitución federal, ese documento del que muchos hablan pero pocos han leído. El artículo 10 de nuestra Carta fundamental consagra un derecho humano:

"Los habitantes de los Estados Unidos Mexicanos tienen derecho a poseer armas en su domicilio, para su seguridad y legítima defensa, con excepción de las prohibidas por la Ley Federal y de las reservadas para el uso exclusivo del Ejército, Armada, Fuerza Aérea y Guardia Nacional... La ley federal determinará los casos, condiciones, requisitos y lugares en que se podrá autorizar a los habitantes la portación de armas."

La idea de regular la posesión y portación de armas es añeja, casi siempre inñuida por el temor del Estado a perder su estabilidad. El primero y quizás único intento serio de analizar el asunto se produce, nos lo explica Villanueva, cuando los liberales del siglo XIX dan forma a la nación mexicana en la Constitución de 1857, cuya esencia, en este tema en particular, sigue siendo la misma hoy en día.

Villanueva recurre a lo que consignó Zarco en su Historia del Congreso. 1856-1857 para explicarnos que el -hasta ahora- único debate serio al respecto tuvo como protagonistas a aquellos liberales que hablaron, frontalmente, de todo: de la pacificación del país, del derecho de cada uno de defenderse a sí mismo, de la delincuencia (porque, sí, ya había delincuencia en ese siglo), y lo mismo hablaron de puñales que de dagas, espadas, sables, trabucos, tranchetes, verdugillos, riñes, pistolas, escopetas de viento, piedras, reatas, culebrinas, alabardas, tijeras, cortaplumas, navajas, estiletes, "y cuanto ha inventado la industria humana para destruir a los hombres o para defenderlos", uñas y dientes incluidos.

Lo hablaron, lo debatieron, no eludieron el tema. Los constituyentes de 1917, de origen revolucionario y que venían de una lucha armada, sin mayor debate definieron que el...

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