Denise Dresser / ¿Caníbal sin conflicto?

AutorDenise Dresser

"Si les parece bien no voy a hacer ninguna otra declaración", dice el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, cuando la prensa le pregunta sobre su casa en Malinalco. Esa que le "compró" al Grupo Higa con un préstamo no bancario a una tasa de interés del 5 por ciento, cuando la del mercado era del 12 por ciento. Esa que Higa "vendió" sin ganancia alguna, como reportó el Wall Street Journal la semana pasada. Esa sobre la cual afirma "estar tranquilo". Pero nosotros no lo estamos ni nos parece bien su silencio. Su opacidad. Su reticencia a airear, transparentar, explicar. Admitir el conflicto de interés y renunciar por ello. La transacción de su casa en Malinalco -legalmente permisible, éticamente inaceptable- daña a la SHCP y al país.

Porque lo que niega que ocurrió en cualquier democracia funcional se llama "apariencia de indecencia". Apariencia de impropiedad. Apariencia de incorrección. El uso de un puesto de poder para asegurar privilegios privados, como la obtención de una casa a menos de la mitad de su valor real. El mal uso de su posición, como personaje cercano a Enrique Peña Nieto, para conseguir un préstamo preferencial que ningún otro ciudadano habría logrado. La violación de estándares de conducta que cualquier funcionario público debería respetar, vitales para que los ciudadanos puedan tener confianza completa en la integridad del gobierno. Videgaray, al hacer lo que hizo, contravino su deber, su misión, su propósito como alguien en la vida pública y política del país.

Y podrá argumentar que no violó ninguna ley. Que no actuó en contra de ningún reglamento. Que -como escribió Samuel Butler- "el canibalismo es moral en un país de caníbales". Si la ley no sanciona el conflicto de interés, entonces adelante. Si las reglas que no estableció el viejo PRI permiten el enriquecimiento del nuevo PRI, qué mejor. Como tantos más, Luis Videgaray se beneficia de los bajos estándares de la era.

Estándares al ras del suelo que nadie criticaba o percibía o denunciaba porque eran pilares del priismo. La práctica permitida era -y sigue siendo- llegar al poder para conseguir casas, promover negocios, adjudicar contratos, traficar influencias. Y he allí una de las causas de la corrupción política y uno de los detonadores de la desigualdad social y una de las raíces del retraso económico. Las decisiones favorables -para el Grupo Higa y otras empresas- a cambio de pagos redituables. Las reglas no...

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