Dejaron de ser invisibles…

AutorMarcela Turati

Torreón, COAH.- Rodeada de un grupo de madres con el corazón igual de machucado que el suyo, la señora Yolanda Morán detalla teatralmente cómo se coló al diálogo entre víctimas de la violencia y Felipe Calderón. Sus interlocutoras se mueven nerviosas en su silla, cuando escuchan su clamor de madre se enjugan las lágrimas y al final aplauden las agallas de su paisana, a la que llaman “tacleadora”. Una de ellas grita emocionada: “¡Cuando vi la televisión y vi a mi compañera ahí sentada dije: ‘tenemos un problema resuelto!’”.

En la reunión festejan lo que aparenta ser un logro y les renueva la maltrecha esperanza de encontrar con vida al familiar que les desaparecieron: haber sido escuchadas por el presidente.

Antes de que su compañera Yolanda llegara al Castillo de Chapultepec todas recorrieron un largo viacrucis: insistieron ante funcionarios sordos para que ubicaran el paradero de sus familiares perdidos, tapizaron las calles con carteles de “ayúdanos a localizarlo”, hicieron antesala en oficinas de políticos, se convirtieron en detectives de sus propios casos, solicitaron ayuda al gobernador, atajaron al presidente en sus giras, fundaron una organización de búsqueda, se plantaron semanalmente con fotos de los suyos afuera de la sede de gobierno local, viajaron a México, marcharon ante Palacio Nacional, tocaron –incluso– las puertas de la ONU, pero ninguna consiguió recuperar a su hijo.

No fue sino hasta que la televisión enfocó a su compañera reclamando que los desaparecidos no son daños colaterales sino hijos de todas ellas, que aunque “no se apellidan Martí ni Wallace ni Fernández de Cevallos, los amamos igual”, y que rogó al presidente que los buscaran entre los vivos y no en fosas, que dejaron de ser invisibles.

“Cuando me despedí de Calderón yo no le soltaba la mano y le dije en corto: ‘Ayúdenos a encontrarlos, por el amor de Dios’ (…) Él dio la orden a la PGR y el día 23 de julio nos esperan a todas las familias. Todos vamos a participar y tener voz y mostrar la organización que tenemos”, anuncia Morán a sus interlocutoras y el puñado de hombres que las acompañan, que vuelven a aplaudir.

Entre los asistentes al encuentro en el Castillo de Chapultepec, Morán representaba a las 185 familias integradas a Fuundec, la organización que aglutina el drama de los desaparecidos en Coahuila, un estado donde ocurren desapariciones masivas. La fuerza del Movimiento Nacional por la Paz con Justicia y Dignidad, encabezado por el poeta Javier Sicilia, logró el acceso al jefe máximo de los funcionarios que no quieren investigar paraderos y les renovó la desfallecida esperanza a esas mujeres y a las familias de las 10 mil personas que, se calcula, han desaparecido este sexenio.

Esas mujeres que se han organizado con otras en una red de familiares con personas desaparecidas en Coahuila...

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