La cuestión migratoria es nuestra

AutorTonatiuh Guillén López

La estadística reciente de detenciones de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos revela que México se ha convertido, como en los viejos tiempos, en la principal fuente de migrantes y, cada vez más, de refugiados.

Hubo una época, que hoy pareciera lejana, cuando la cuestión migratoria para los vecinos del norte era mexicana casi por completo. Esto cambió en los primeros años del siglo XXI, cuando se añadió en escala considerable la migración centroamericana y, últimamente, otros orígenes, como el caribeño (Haití, notoriamente).

Entre 2008 y principios de 2020 el flujo mexicano redujo sus números a mínimos y mostró relativa estabilidad. Por un momento pareció que la cuestión migratoria correspondía a otros países, como los centroamericanos, haciendo que el desafío para México se limitara a la población en tránsito. Esa expectativa duró poco tiempo y actualmente la realidad es otra. Nuestro país volvió a ser fuente significativa de las poblaciones que se dirigen hacia Estados Unidos, con la novedad, crudísima, de que ha añadido población desplazada por la violencia, el crimen y por la muy débil presencia de instituciones del Estado en importantes regiones.

El arribo de mexicanos a la frontera norte está así compuesto por migrantes laborales -dicho en general- y por el conjunto de solicitantes de refugio. Sobre el segundo grupo es urgente realizar un diagnóstico lo más completo posible que permita cuantificarlos, atender necesidades inmediatas, identificar los puntos de origen, conocer sus características sociales, los determinantes del desplazamiento y, sobre todo, que permita implementar iniciativas concretas que eviten la forzada expulsión y posibiliten retornos.

Lamentablemente, a pesar de la gravedad creciente, todavía no se reconoce a los refugiados mexicanos como asunto nacional de primer orden.

En cuanto a la renovada migración laboral -de fundamento económico- tampoco hemos realizado el balance apropiado. Por lo pronto, es evidente que la receta que el gobierno mexicano promueve para evitar la migración centroamericana -como sembrar árboles o dar becas a los jóvenes- no aplica o es notoriamente insuficiente para nuestro propio escenario. Estamos migrando muchísimo más que Guatemala y Honduras, por ejemplo. También es verdad que la reactivación económica de Estados Unidos y la reestructuración de su mercado laboral -derivada de la recesión y la pandemia- está generando una demanda de trabajo creciente que potencia la migración...

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