Cuestión de finanzas
| Autor | Mauricio Morín |
Cuentas claras, matrimonios largos. Suena poco romántico, pero es real: la situación económica puede afectar las relaciones.
Según el libro Cuando el Dinero nos Alcance, de María Elena Islas Murguía y María Cecilia Meade, el 54 por ciento de las parejas mexicanas ha tenido más problemas relacionados con dinero a partir de la crisis económica de 2009 y un 14 por ciento se ha separado por desencuentros financieros.
Ante esto, expertos aconsejan platicar el tema y establecer planes desde el inicio del matrimonio.
"No hay mejor recomendación para parejas jóvenes o no tan jóvenes que hablar de cualquier asunto que involucre el factor económico, por insignificante que parezca.
"Es importante revisar regularmente sus cuentas de ahorro y evaluar su situación para juntos armar un plan que les dé tranquilidad y se ajuste tanto a sus estadísticas monetarias como a la naturaleza de su relación", afirma la psicóloga Adriana de Ávila, especialista en asesoría familiar.
Aunque pueda parecer muy materialista, dejar clara la situación y las obligaciones económicas de cada uno les evitará disgustos y desgaste.
"Conviene tomar decisiones que afecten a ambos en consenso y en conjunto, para evitar malos entendidos", indica la psicóloga.
En busca de estabilidad
El objetivo financiero de toda pareja siempre debe ser propiciar la estabilidad.
"(Ésta) se ve reflejada no sólo en las emociones; también promueve un gran acercamiento en la pareja.
"El dinero es un bien útil para obtener un fin, no un fin en sí mismo", indican las autoras de Cuando el Dinero nos Alcance, donde ofrecen tips para administrar los recursos familiares.
Un punto clave es llevar una cuenta de ingresos y egresos para luego destinar adecuadamente el dinero de acuerdo a sus prioridades.
¿Separados o mancomunados?
Las cuestiones legales tienen vínculo íntimo con lo emocional, señala la experta Susana Ortiz, psicoterapeuta de parejas.
Sin embargo, en su opinión, firmar un contrato civil debe hacerse de manera racional. Ella considera que muchas veces las presiones sociales no permiten negociación y las parejas se casan por bienes separados o mancomunados sin pensarlo bien y platicarlo.
Indica que no existe una solución válida para todos, sino que la pareja debe hablar al respecto, además de establecer condiciones y clarificar el proceder económico de ambos dentro de la relación.
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