¿Cuánto durará esta nueva tregua?

AutorJesús Cantú

El costo que el presidente y su gobierno han pagado para superar, aunque sólo sea temporalmente, cada uno de esos momentos ha sido muy heterogéneo, pero en términos generales siempre creciente, lo cual se evidencia con claridad en los impactos y saldos provisionales que ha dejado, hasta el momento, la visita de Donald Trump y la crisis que provocó.

Luis Videgaray era mucho más que el titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, ya que en la realidad fungía como el coordinador del gabinete económico y el interlocutor con los legisladores para el cabildeo de las iniciativas vinculadas a dicha área. En los hechos, Peña Nieto se deshizo de su vicepresidente económico y su asesor personal; pero además sacrificó anticipadamente a quien él quisiera entregarle la banda presidencial el 1 de diciembre de 2018.

El movimiento tuvo efectos colaterales: en los hechos, en una sola jugada perdió a dos precandidatos a la Presidencia de la República, ya que al mover a José Antonio Meade de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) a la de Hacienda prácticamente lo desactivó.

Por otra parte, al colocar al frente de la Sedesol a Luis Enrique Miranda disminuyó sustancialmente el papel de la dependencia, pues el nuevo titular es uno de sus incondicionales, pero sin la imagen, capacidad, alcances y posibilidades de Meade, de tal manera que pasó de ser la plataforma de lanzamiento de una eventual candidatura presidencial a una estructura de apoyo, a la que seguramente recurrirá en los próximos comicios (tanto los de gobernador en 2017 como los presidenciales de 2018) para intentar sacarle provecho electoral a los programas sociales.

Los costos son altos, pero la gravedad de la crisis no dejaba alternativas, pues las consecuencias podían ser funestas si no se actuaba con presteza. Por una parte, el gabinete estaba totalmente fracturado porque Videgaray asumió atribuciones que no le correspondían, lo ostentaba y -además- operaba afuera del ámbito económico, en el que ya todos habían aceptado su injerencia. Los más molestos eran la canciller Claudia Ruiz Massieu, porque había sido ignorada en un asunto de su competencia; y el Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong (defacto vicepresidente político), ya que Videgaray cada día le arrebataba más territorio (primero lo había hecho con la designación de Enrique Ochoa como presidente del

Comité Ejecutivo Nacional, CEN, priista) y, por ende, acrecentaba su poder.

En la recomposición del poder...

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