Sobre ¿Cuánto vale una madre?

De Juan Guillermo Figueroa Perea

Señor director:

Estimada Sabina: En un punto de su texto, escribió: "5. Si usted ha seguido leyendo hasta este número 5 de esta entrega, es muy probable que sea una madre. O una mujer que se imagina en un futuro como madre. Y es muy probable que si es hombre no haya leído hasta acá. Porque la cultura lo protege a usted de obligaciones concretas hacia las madres con un velo de olvido.

Usted presiente la amenaza de un torrente de nuevas obligaciones si usted recuerda lo que tras ese olvido existe. ¿Es usted hombre y ha seguido leyendo? Es usted una excepción admirable...".

Yo le confieso que nunca interrumpí mi lectura ni me pregunté si debiera hacerlo. Me pregunto, en cambio, por qué la necesidad de estereotipar a las mujeres como madres y a algunos hombres como posibles lectores. No pretendo generar una discusión innecesaria, sino invitarla a cuestionarse: ¿En realidad se imagina que los varones no nos preguntamos sobre estas experiencias reproductivas de las mujeres? ¿Será que las mujeres se preguntan sobre aquello que -según se enseña socialmente- los hombres deben cumplir al ser progenitores? ¿Qué tal si nos contamos constructivamente lo que vemos y vivimos?

Por lo mismo, no creo que como uno de sus lectores sea "una excepción admirable". Mejor evitemos clasificaciones que pueden caer en esencialismos, y conversemos sobre algunas tensiones y contradicciones en las experiencias de ser madre y de ser padre, sin necesidad de asumir un solo tipo de arreglos de convivencia.

Coincido con su conclusión de que "ningún regalo mejor para las madres que quitar el velo de amnesia social que cubre su trabajo", pero me gustaría evaluar los aportes de ambas partes, documentando casos críticos derivados de no cuestionar estereotipos y de no negociar intercambios más equitativos.

Me parece necesario problematizar el supuesto de que "el afecto (de las madres) es de vida o muerte", ya que eso reproduce lecturas biologicistas que acaban justificando expectativas excluyentes de género. De ser así, ¿qué aportan los progenitores en este proceso de construcción de nuestras respectivas identidades? ¿Es meramente secundaria su influencia?

Uno de los migrantes hondureños que quiso reunirse con Peña Nieto para hablar de las riesgosas condiciones en las que se mueven en el territorio mexicano comentaba que se quedó dormido en el tren llamado La Bestia y por ello perdió una pierna. En tales condiciones no quería ver a su familia...

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