Covachas pero no casas

AutorDenise Dresser

Actos cotidianos de corrupción que involucran a la policía, a los legisladores, a los contratistas, a los gobernadores, a los empresarios que prestan aviones, a los que reciben "moches" y ofrecen "mordidas". Actos que rara vez son investigados o sancionados y que llevan a México a ocupar el lugar 58 de 59 países miembros de la ONU en materia de impunidad. En un sitio similar a Filipinas, Colombia, Turquía y la Federación Rusa. Un sitio en el cual -como dice José Merino- la transición democrática dejó sin tocar cosas relevantes que atañen a la corrupción. Dejó intacto un andamiaje institucional que no atacaba la corrupción. La permitía. La solapaba. La promovía.

Entre lo positivo está la construcción de un nuevo sistema de cooperación entre diversas entidades encargadas de combatir la corrupción. Entre lo loable está el fortalecimiento de las funciones de la Auditoría Superior de la Federación. Entre lo aplaudible está que la ASF puede revisar en qué gastan los gobiernos estatales y municipales, así como hacer auditorías en tiempo real. Particulares involucrados en actos de corrupción podrán ser sancionados e inhabilitados. El secretario de la Función Pública tendrá que ser ratificado por el Senado y no sólo según el libre albedrío del presidente, como fue el caso de Virgilio Andrade.

Pero para que el nuevo andamiaje funcione hará falta voluntad política. Hará falta tiempo y dicen que el sistema no entrará en función plena sino hasta 2018. Hará falta la captura de algunos peces gordos y muchos charales. Hará falta -como ha argumentado Luis Carlos Ugalde- que el Congreso ejerza su papel de contrapeso en lugar de comportarse como cómplice. Con demasiada frecuencia, en la era de la transición democrática, el Congreso se ha vuelto uno de los peores culpables de la corrupción. Con los pagos irregulares a legisladores. Con las "subvenciones" a los grupos parlamentarios. Con prácticas administrativas opacas y discrecionales. Con la etiquetación de partidas del presupuesto que desencadenaron la práctica de los "moches". Y es ese Congreso el que tendrá que vigilar y vigilarse a sí mismo, castigar y castigarse a sí mismo, combatir la corrupción, incluso la que emana de sus propias curules.

Una misión imposible desde el momento en el cual las bancadas del PRI y del PVEM votaron en contra de la eliminación del fuero. Una tarea incumplible desde el momento en el cual la mancuerna de dos partidos parecidos votaron en contra de la posibilidad de que el...

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