Las costureras 30 años después

AutorMarta Lamas

La indiferencia de algunos patrones, que rescataban la maquinaria y las telas antes que los cadáveres de sus trabajadoras, o que se negaban a pagarles a las sobrevivientes los días trabajados aduciendo bancarrota, sensibilizó a la opinión pública nacional e internacional sobre las espantosas condiciones en que laboraban. No obstante el gobierno, las centrales sindicales y la Cámara del Vestido conocían de sobra la ilegalidad en que trabajaban -a destajo, sin salario base, sin antigüedad, con contratos eventuales, sin prestaciones, en condiciones insalubres-. La importante cobertura periodística que tuvo el caso y la presencia de grupos de diferentes sectores de la población convirtió esa situación en un foco de atención. Las costureras se volvieron emblemas de la explotación laboral y ante el escándalo el gobierno y la CTM tuvieron que manifestarse a favor de ellas. Fidel Velásquez pretendió "disculparse" diciendo que él no sabía nada de la situación de explotación de las costureras, pues "a él le cosían su ropa en casa". Mientras la prensa nacional e internacional seguía informando sobre los casos de costureras obligadas a trabajar en edificios clausurados, y de costureras que demandaban a los patrones que se declaraban en quiebra pero que abrían fábricas bajo otro nombre en Naucalpan, la solidaridad fluyó. Al campamento de San

Antonio Abad llegó la mayoría de los grupos políticos, estudiantiles y religiosos que se solidarizaron con ellas. En la zona "del Centro", en Isabel la Católica, atendían los abogados y militantes que brindaron no sólo asesora-miento legal y político, sino que acompañaron a las costureras de manera sostenida durante todo su proceso. Las feministas de varias organizaciones se hicieron cargo del abasto de alimentos, y facilitaron el contacto entre grupos aislados de trabajadoras. Hubo gran ebullición política. El 2 de octubre se creó la Promotora de Costureras Damnificadas, y el 7 de octubre se formó el Comité Feminista de Solidaridad. Ante la creciente organización, el presidente de la República ordena que se resuelvan los problemas que afectan a las costureras y el 10 de octubre se instala un módulo donde se recogen sus demandas laborales. El 13 de octubre se forma la Unión de Costureras en Lucha (UCL), cuyo pliego petitorio exige negociación colectiva, indemnización a los deudos y a las costureras que lo soliciten, reanudación del trabajo, contrato ley en la industria del vestido y embargo precautorio a los bienes...

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