Cosío Villegas: Un chubasco furioso

AutorArmando Ponce

Ese día, lunes 15 de julio de 1867, uno de los más gloriosos que consigna la historia del país, marcó el inicio de un sistema político republicano y laico.

El hecho lo recoge también Daniel Cosío Villegas (1898-1976) en su magna obra Historia Moderna de México, donde analiza el acontecer nacional en tres aspectos -vida política, económica y social- desde la caída del Segundo Imperio a la caída de Porfirio Díaz, es decir, de 1867 a 1911.

Ahí, en el capítulo dedicado a La Vida Política (tomo I de "La República Restaurada", Editorial Hermes; México-Buenos Aires, 1965), de manera muy singular -como en un relato del género de la novela negra-, el historiador anuncia el plan de su exhaustiva investigación en 10 volúmenes para tratar de explicarse el "porqué y cómo el mexicano no aprovechó la oportunidad que la vida, que la Historia le daba".

Para lo cual escogió justamente la imagen del "chubasco furioso" que interrumpió la celebración ese día histórico.

Este es el texto de Cosío Villegas.

"La coreografía"

Un hombre candoroso siempre encuentra poblada de misterios la Historia, por eso, el historiador, en cuanto estudiante, no puede proceder en forma muy distinta a la de un detector, y en cuanto narrador de las investigaciones propias o de las ajenas, tampoco ha de alejarse mucho del escritor de novelas policiacas. Así, la seducción irresistible de la historia no es tropezar con las cosas que pasaron, ni siquiera descubrir por qué pasaron así; el misterio está en cómo dejaron de ocurrir en una forma mejor que la real.

Temo que esa seducción no sea muy científica ni muy histórica; que este modo tan poco ortodoxo de interesarse por la Historia sea hijo apenas de frágiles circunstancias personales; del inmenso cariño que tengo por mi país, del desasosiego que me causa su desventura, del desesperado cavilar acerca del porqué y cómo el mexicano no aprovechó la oportunidad que la vida, que la Historia le daba, para mejorar su suerte avanzando con derechura y celeridad hacia la doble meta de la libertad y el bienestar material, o la meta única de alcanzar la poca o mucha felicidad que la tierra consiente a los humanos. En todo caso, si un hecho pudo ocurrir y no ocurrió, ese algo es un maleficio, y ese alguien un villano. Y así llegamos al intrigante papel del policía y del escritor de historias policiales: descubrir el maleficio, atrapar al villano.

En cierta forma, toda la historia de México y del mexicano me parece explicable y no me inquieta mucho...

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