Corregir con estilo

AutorNoé Jitrik

Hace algunos años me inquietó esa actitud, en principio autoritaria y antipática, que se conoce como "corrección", tan difundida en la escuela, en la familia, en las editoriales, en los divanes de los psicoanalistas, en los quirófanos: corrección de los modales, las posturas, los comportamientos y, por cierto, los textos. No me pareció suficiente que, en nombre de una tenaz y acaso justificada libertad de opciones, ese término pudiera quedar confinado en lo que tiene de despótico y superior, como si fuera natural o no tuviera más relieves o posibilidades.

¿Qué pasaría si, en lugar de inmovilizarlo, se pudiera convertirlo en concepto, qué pasaría si se empezara a hurgar en sus implicaciones en vez de mantenerse en la digna posición de quien es como es y nada puede ni debe modificarlo? "A mí no me corrige nadie", proclaman con orgullo algunos escritores y aun estudiantes que se inician en la literatura, ofendidos porque no se respeta qué dijeron, sino que trata de corregirse cómo lo dijeron.

Puesto en ese camino, o desafío, lo primero que hice fue distinguir, en relación con los textos, que es lo que interesa, entre la corrección desde el exterior de un hecho corregible de la que puede hacerse desde dentro mismo de lo corregible. Y si para la primera una mirada experta descubre una falla, para la segunda la falla es descubierta por uno mismo, siempre que sepa qué puede ser una falla y entienda que las cosas no están terminadas, sino que son susceptibles de corrección.

Son, pues, dos categorías que resultan de un mismo sentido, el del verbo "corregir" quequiere decir "regir con" o, sea "ordenar" pero "con". ¿A quién convoca la preposición "con"? La versión externa y autoritaria reclama ese orden, pero deja de lado el "con" que supone simultaneidad y aún más, solidaridad. Creo que en el "desde arriba" de los correctores de toda laya y el desde dentro de un texto siempre perfectible reside la diferencia. Y si, porque somos civilizados y respetuosos, ponemos en duda el primer aspecto, "regidor" de la vida social, tampoco se ha terminado de entender el segundo, que estaría reducido a lo íntimo, a la sabiduría del escritor que tiene conciencia de que lo primero que ha puesto en el papel no es todavía escritura y que escritura es en realidad reescritura, siendo el "re", precisamente, la corrección. En su primer sentido, el de lo autoritario, la corrección cubre innumerables campos de la vida social. Cualquiera puede darse cuenta de que llevado ese...

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